La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, advirtió ayer que pedirá al bloque comercial Mercosur que suspenda al gigante sudamericano del bloque si se quiebra el proceso democrático y se consuma el “golpe” en su contra.
Durante una conferencia con periodistas extranjeros, después de su intervención en la ceremonia de firma del Acuerdo de París, en la sede de Naciones Unidas, Rousseff afirmó que “está en curso en Brasil un golpe” y que un juicio político tendría “consecuencias graves en el proceso político brasileño”.
La mandataria, quien insistió en que no ha cometido ningún ilícito —la oposición la acusa de delitos de responsabilidad por haber realizado maniobras de contabilidad para continuar con los programas de apoyo gubernamental y sumar respaldo para su partido— pidió al Mercosur y a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) seguir con atención lo que ocurre en su país.
Al Mercosur, en particular, le pidió que en caso de que el Congreso concrete su destitución, aplique la cláusula democrática que señala que un país miembro puede ser suspendido si el gobierno de esa nación es depuesto, como ocurrió en el caso de Fernando Lugo, en Paraguay.
Rousseff modificó el tono que usó en la ONU, cuando dijo que Brasil vive un momento “grave”, pero aseguró “sabrá impedir cualquier retroceso”, sin mencionar la palabra golpe.
A una cuadra de la sede de la ONU, grupos de personas se manifestaron. Uno en favor de la presidenta con pancartas en las que se leía que el proceso de destitución es un “golpe de Estado” y el otro con carteles en los que se acusaba a la mandataria de ser una “criminal”. Este lunes, el Senado brasileño instalará una comisión especial para analizar las acusaciones contra Dilma.