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La asediada presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, viajará a Nueva York en un intento por reunir apoyo internacional contra su juicio político, dejando atrás a un gabinete paralizado por la crisis y un país agobiado por los problemas económicos, evidenciados en una tasa de desempleo que, de acuerdo con cifras difundidas ayer, supera el 10%.
Asesores de Rousseff dijeron que la líder izquierdista asistirá mañana a un evento de Naciones Unidas en Nueva York donde denunciará como ilegal el intento de llevarla a juicio político, un proceso que podría removerla del cargo en semanas y que ella califica como “golpe de Estado sin armas”.
Durante su ausencia, el gobierno quedará en manos del vicepresidente Michel Temer, cuyos aliados, de acuerdo con el portal del diario O Globo, prepara una contraofensiva a nivel internacional para defender al político ante el temor de que Rousseff lo denuncie como “golpista”. Entre las estrategias previstas, está la de que Temer conceda una rueda de prensa a medios internacionales con el fin de dar su versión sobre los hechos.
Las fugas en el gabinete brasileño continúan. Ayer fueron los ministros de Energía, Eduardo Braga, y de Puertos, Helder Barbalho. Ambos pertenecen al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el mayor aliado de Rousseff antes de abandonarla el mes pasado para respaldar el juicio político. Nueve de los 31 ministros que forman el gabinete han renunciado y dejaron importantes carteras acéfalas, entre ellos los ministerios de Turismo y Deportes a sólo cuatro meses del inicio de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro.
Otro proceso para impugnar no sólo a Dilma, sino a Temer, por presuntas irregularidades en las finanzas de sus campañas avanzaron ayer, después de que el Supremo Tribunal Electoral autorizara a la policía a comenzar con la recolección de pruebas. La jueza de la corte electoral Maria Thereza de Assis Moura solicitó varios peritajes contables de las finanzas de los comités de campaña de ambos, bajo sospecha de que recibieron recursos desviados de Petrobras, dijeron medios locales.
Temer, en tanto, se reunió con asesores cercanos en Sao Paulo para estudiar planes sobre un nuevo gobierno que, según allegados, avanzaría rápidamente para restablecer la confianza económica y el crecimiento.
Las cifras de desempleo revelan un sombrío panorama. De acuerdo con el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), la tasa nacional de desempleo subió a 10.2% en el periodo de diciembre a febrero, lo que se compara con 9% en el último trimestre del año pasado. En el último año, el aumento fue de 40.1%
“Las cifras muestran un mayor deterioro en el mercado laboral”, escribieron economistas de la consultoría MCM, quienes advirtieron que “no sólo el número de personas con empleo cayó, sino que también el trabajo se ha vuelto más precario y los salarios han bajado con mayor intensidad”.
Los brasileños se mantienen divididos respecto a la legalidad de un juicio político a la mandataria. La Unión Nacional de Estudiantes advirtió que si Dilma es despojada, no reconocerán al gobierno de Temer. Por su parte, la ex ministra brasileña Marina Silva afirmó que el vicepresidente no tiene “credibilidad ni legitimidad” para asumir la jefatura de Estado, y sostuvo que “la salida para Brasil es una nueva elección”.
En cuanto al ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva, la Corte Suprema suspendió es una reunión en la que iba a decidir si puede ser el jefe de gabinete de su sucesora, bajo el argumento de que debe evaluar acusaciones que pesan en contra de él.