El presidente Rafael Correa dijo el miércoles que se apresta a anunciar medidas económicas temporales y adelantó que el país podría emitir bonos para hacer frente a los devastadores efectos de un terremoto que impactó con fuerza al centro costero del país.
"El país nunca ha estado tan bien preparado, pero un desastre de esta magnitud va a afectar hasta el país más rico del mundo", dijo Correa que en las próximas horas expedirá algunas de esas medidas como "la posibilidad de colocar bonos en el mercado internacional".
El mandatario ha pasado los últimos días supervisando la ayuda y entregando suministros. El martes estimó las pérdidas en unos 3.000 millones de dólares, cerca al 3% del producto interno bruto ecuatoriano, y dijo que la reconstrucción llevará años.
En la madrugada del miércoles, una fuerte réplica de 6,1 grados de magnitud generó pánico, provocó el llanto de niños y arrojó a cientos ecuatorianos a las calles, temerosos de que se produjeran desastres adicionales.
Se trató de la réplica más fuerte desde la noche del sábado cuando un movimiento telúrico de 7,8 grados sacudió la costa ecuatoriana, provocó la destrucción de muchas poblaciones y cobrara la vida de 553 víctimas mortales, 14 de ellos extranjeros, 4.605 heridos y 107 desaparecidos.
"Mucha gente empezó a gritar y los niños lloraban por el terror", dijo a The Associated Press Mauro Madero, habitante de San Vicente, poblado cercano a la playa donde se registró la réplica. "Casi todos estamos durmiendo en la calle, en las plazas o en las veredas, pero con estos temblores salimos corriendo".
El Servicio Geológico de Estados Unidos situó el epicentro de la réplica a 25 kilómetros (15 millas) al oeste de la ya devastada playa de Muisne a las 3:33 de la madrugada hora local (0833 GMT).
La réplica llevó a que los habitantes de Portoviejo y otras ciudades abandonaran sus casas, incluso aquellas que aparentemente no presentan daños. Algunos caminaron durante la noche rumbo al que era un aeropuerto, donde se había establecido un campamento.
"Ya casi nadie queda en sus casas. Sólo los locos duermen adentro", dijo Elvis Moreira desde Pedernales, uno de los poblados más afectados por el terremoto. "Cuando sentimos que la tierra temblaba se nos vino a la mente el terremoto y uno queda sin saber qué hacer, sólo quiere correr. Yo cogí a mi hija de la mano y la halé para cualquier lado".
Cientos de damnificados hacían el duelo por la pérdida de sus seres queridos, que ya empezaban a enterrar, mientras que la esperanza por encontrar vivos a los desaparecidos se esfumaba. Las funerarias ya no tenían más ataúdes que ofrecer a las víctimas, lo que ha llevado a que los gobiernos locales tengan que pagar para traer ataúdes desde otras ciudades.
En la pequeña localidad de Montecristi, cerca de Manta, dos niños fueron enterrados el martes. La ceremonia para despedir sus restos se realizó en una carpa improvisada porque la iglesia del pueblo quedó con fuertes daños estructurales tras el terremoto del sábado de 7,8 grados de magnitud.
El movimiento telúrico sacudió la costa central de Ecuador y provocó extensos daños en ciudades como Portoviejo, Manta, y Pedernales, donde quedaron muy pocos edificios en pie.
El fiscal general, Galo Chiriboga, dijo el miércoles que la cifra de víctimas subió a 553 "identificados y entregados 549, no identificados 4, y 14 extranjeros". La Secretaría de Gestión de Riesgos, también reportó 4.605 heridos y 107 desaparecidos.
La tierra ha continuado moviéndose desde entonces. La jefa de Sismología del Instituto Geofísico, Alexandra Alvarado, señaló que desde el sábado se han registrado más de 500 réplicas lo cual "se esperaba".
"Todavía hay posibilidad de que sigan ocurriendo (nuevas réplicas)" señaló a la agencia oficial Andes, al tiempo de explicar que "tan fuerte como el sábado, no, porque ese es el sismo principal y las réplicas siempre son menores en magnitud".
Con ello la experta descartó los rumores y el miedo persistente entre los ecuatorianos mientras que las autoridades ya empezaban las labores de remoción de escombros y el restablecimiento del servicio eléctrico en los poblados devastados.
Cuando ocurrió la réplica, se suspendieron las tareas de búsqueda en Pedernales. Allí, rescatistas de Colombia y Ecuador lograron extraer cuatro cuerpos abrazados entre sí, aparentemente de una familia, que estaban atrapados en las ruinas de un hotel.
"En cuanto se produjeron las réplicas salimos de los restos del hotel y nos reagrupamos en los puntos de encuentro para ver si todos estábamos bien", dijo el rescatista colombiano Ricardo Méndez.
El Departamento de Defensa indicó que existen todavía más de 200 desaparecidos y que entre los muertos había al menos 11 extranjeros: tres de Colombia, tres de Cuba, dos de Canadá y uno de República Dominicana, Estados Unidos, Inglaterra e Irlanda.
Los rescatistas, provenientes de 13 países, dijeron que seguirán buscando sobrevivientes el miércoles, pero advirtió que está acabando el tiempo y las posibilidades de encontrar más gente con vida se diluyen con el paso de las horas.
En tanto, el subsecretario general de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, Stephen O'Brien, visitó las zonas devastadas para ver cómo podía dirigirse mejor la ayuda.
El presidente Rafael Correa ha pasado los últimos días supervisando la ayuda y entregando suministros. El martes estimó las pérdidas en unos 3.000 millones de dólares, cerca al 3% del producto interno bruto ecuatoriano, y dijo que la reconstrucción llevará años.
"Será una larga batalla" dijo Correa refiriéndose a la reconstrucción de los pueblos afectados.
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