Miles de brasileños salieron ayer a las calles para manifestar su apoyo o su descontento hacia el gobierno de Dilma Rousseff, mientras afrontaba el proceso con miras a su destitución en la Cámara de Diputados.
En la capital del país, Brasilia, un pequeño grupo de manifestantes en favor del impeachment (proceso de destitución) se concentró frente al hotel donde se aloja el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva y vivieron momentos de tensión con la comitiva del padrino de Rousseff.
Separados solo por un bulevar, también en Brasilia, se levantaron dos campamentos de manifestantes con opiniones contrarias que pusieron de manifiesto la importante división ideológica del país que se vio reflejada en el Congreso, donde los legisladores debatían si la mandataria debía ser llevada a juicio político.
A un lado del emblemático Eje Monumental de Brasilia, que atraviesa el centro de la ciudad y desemboca en el Parlamento, varios cientos de críticos erigieron carpas adornadas con banderas brasileñas.
Quienes están en favor del impeachment acusan a la presidenta del mal momento económico del país y de los casos de corrupción, que se reflejan en los elevados impuestos y el mal estado de los hospitales públicos, escuelas y otros servicios básicos. Alegan que un nuevo inicio con otro mandatario es la única esperanza para insuflar aire en una economía que se espera baje alrededor de 4% este año.
“Queremos un cambio”, dijo uno de los manifestantes, Joao Pedro Netto, quien apoya el juicio político contra Rousseff. Viajó durante más de 24 horas en autobús para llegar a Brasilia desde su casa en el estado central de Minas Gerais. “Si Brasil sigue así, va a hundirse”, insistió.
Patricia Santos, una maestra jubilada de 52 años, se presentó afuera del Congreso y dijo que estaba molesta con la situación de la nación y quiere la salida de la mandataria. “Queremos que nuestros políticos sean menos corruptos, así que esperamos que al llevarla a juicio político enviemos una señal”, afirmó.
“Sabemos que todos los partidos están involucrados en la corrupción, pero el [gobernante] Partido de los Trabajadores ha encabezado esto durante 13 años, así que deben irse”.
Por otro lado, un nutrido grupo que apoya a la mandataria llegó en autobuses desde todas las partes del país para defenderla y a su formación, el izquierdista Partido de los Trabajadores, al que atribuyen los importantes avances que han tenido en sus vidas.
Jader Alves, un jubilado de 67 años, prometió que si Rousseff es destituida, volvería a las calles. “Mi presidenta fue electa en 2014 y permanecerá en el gobierno hasta 2018, sin importar lo que suceda”, aseguró.
También el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva pronunció un encendido discurso a los presentes: “Me parece que a la élite brasileña no le gusta la democracia”, dijo el ex mandatario, con la voz ronca de tanto hablar.