Brasil se preparaba este domingo para una jornada de alta tensión política en la que la Cámara Baja votará el proceso de juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, en un ambiente de incertidumbre sobre si el “impeachment” tendrá o no el apoyo de por lo menos 342 diputados para prosperar.
Desde Río de Janeiro a Brasilia cientos de miles de personas comenzaban a ocupar las calles de todo el país para seguir con expectación –casi como una final de un torneo de futbol- la sesión clave en el Congreso, que comenzará a las 16:00 horas, tiempo de México, y se alargará durante horas.
En los últimos días la oposición a Rousseff aseguraba disponer del apoyo de dos tercios de la Cámara Baja para hacer avanzar el “impeachment” hasta su fase determinante en el Senado, donde la presidenta podría ser apartada del poder inicialmente por un período de 180 días.
Sin embargo, el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva y la propia Rousseff –considerada poco hábil en las negociaciones políticas con el Legislativo- aumentaron los contactos con diputados y gobernadores afines, sobre todo de las regiones del nordeste de Brasil, las más beneficiadas por las políticas sociales de los últimos años, para tratar de frenar los apoyos al “impeachment”.
Los principales diarios del país, que llevan días realizando sondeos en tiempo real, apuntaban este domingo que la oposición obtendrá más de los 342 votos necesarios para que el proceso de juicio político avance al Senado.
Aunque Rousseff seguirá en el cargo aunque hoy prospere el “impeachment”, la votación es percibida como fundamental para el futuro político de la mandataria, ya que si dos tercios del Congreso vota contra ella muy probablemente el Senado también lo hará en las próximas semanas.
En este ambiente de expectación y negociaciones de últimos minuto, Brasilia se preparaba para una jornada de tensión en sus calles, especialmente a las puertas del Parlamento, donde grupos de manifestantes a favor y contra el “impeachment” comenzaban a llegar masivamente.
Las autoridades crearon un dispositivo especial en la enorme explanada frente al Parlamento, donde fue incluso erigido un muro de metal para evitar enfrentamientos entre ambos bandos, mientras líderes como Lula pidieron ayer que no haya violencia.
La oposición respalda la destitución de juicio político a Rousseff al considerar que la mandataria incumplió la ley de responsabilidad fiscal al cometer irregularidades en el manejo de las cuentas públicas de 2014 y 2015.
El Gobierno, sin embargo, insiste en que todo es un “golpe” sin fundamento jurídico para expulsar del poder a una mandataria democráticamente elegida con más de 54 millones de votos, pero cuya popularidad se encuentra en apenas el 10 por ciento como consecuencia de la recesión y los escándalos de corrupción que azotan al Partido de los Trabajadores (PT).