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Hillary Clinton y Bernie Sanders tendrán su primer debate en más de un mes, un enfrentamiento en Brooklyn, en un momento tenso de la campaña.
Los aspirantes han recorrido el estado durante varios días, con actos y mezclándose con la gente en diversos locales, pero hoy tendrán casi las últimas oportunidades de llevar su mensaje a grandes cantidades de votantes.
Clinton y Trump, los favoritos, esperan que los resultados en el estado les permitan alejarse definitivamente de sus tozudos rivales para lanzarse a la campaña electoral propiamente dicha. Las encuestas les dan amplia ventaja.
Clinton fue senadora por Nueva York durante ocho años. Trump, nativo del barrio de Queens, hizo fortuna en el mercado inmobiliario de Nueva York y reside en un apartamento lujoso en el edificio que lleva su nombre en pleno Manhattan.
Sanders, un senador por Vermont nacido en Brooklyn, también ha destacado sus raíces locales. Aunque viene de ganar una serie de primarias y asambleas partidarias, éstas no le han permitido cerrar la brecha en cuanto a número de delegados y necesita con desesperación una victoria amplia en las primarias del 19 de abril en Nueva York.
La contienda demócrata se ha vuelto tensa en Nueva York —Sanders puso en duda la capacidad de Clinton para ser presidenta, aunque luego se retractó— y esto podría reflejarse en el debate.
Trump espera que Nueva York sea el fin de un mal tramo de su campaña, durante el cual surgieron nuevas dudas sobre su capacidad política y salieron a la luz las debilidades de su organización ante una posible disputa por los delegados en una convención dividida. Una gran victoria en Nueva York lo mantendría en carrera para ganar los delegados necesarios antes de la convención.