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El sacerdote católico Virgilio Elizondo, que se suicidó el mes pasado en su casa de San Antonio, Texas, se calificó como un pecador, en una nota que dejó sobre su escritorio, y solicitó perdón y misericordia a quien haya ofendido.
Sin embargo, nunca se refirió a la acusación de abuso sexual realizada en mayo de 2015, cometido contra un niño que buscó su ayuda hace más de 30 años.
Elizondo, quien tenía 80 años de edad y era un respetado teólogo en Estados Unidos, considerado el fundador de la teología latina en el país, vivía bajo sospecha tras ser acusado de abuso sexual, en una demanda realizada en el condado texano de Bexar.
La nota del sacerdote fue dada a conocer este lunes por el abogado Thomas J. Henry, quien representa a la presunta víctima de abuso infantil por parte de Elizondo, al indicar que el escrito revela la mentalidad del sacerdote católico en el momento del suicidio.
“A pesar de mis pecados he vivido una vida dedicada totalmente al servicio de los demás, especialmente a los ancianos, a los inmigrantes, a las minorías y a los pobres. Mi confianza en la absoluta misericordia de Dios y en el amor de Dios permanece y estoy muy agradecido”, indicó Elizondo en la nota, escrita a máquina.
“Ahora estoy muy cansado, fatigado y vacío. Mi cuerpo se está cayendo a pedazos. Mis rodillas se rinden, mis riñones comienzan a fallar, mis ojos se nublan y otras complicaciones”, escribió el sacerdote.
“¿Cómo puedo servir mejor? En este momento ofrezco mi vida como un último regalo. Libremente escojo mi momento y la forma de entregar mi vida a los demás. Esto no es un suicidio, sino un regalo de despedida. Oro porque el regalo de mi vida pueda traer alivio a cualquiera que haya yo lesionado”, escribió.
Elizondo concluyó su nota al pedir perdón a cualquiera que hubiera ofendido. “Nunca fue mi intención lesionar a alguien. Mi mayor dolor es que he lesionado a otros, especialmente a aquellos a los que más amo. Soy un pecador en necesidad de perdón y misericordia”.
afcl