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La infanta Cristina, hermana del rey Felipe VI, se vio obligada ayer a sentarse en el banquillo de los acusados por su implicación en el caso de corrupción en el instituto Nóos. Sin embargo, invocó su derecho de responder preguntas hechas sólo por su abogado y aseguró que actuó siempre con base en la “confianza” hacia su marido, Iñaki Urdangarin, de cuya inocencia se declaró segura.
La hija menor del rey Juan Carlos, primera integrante de la familia real española en ser juzgada, acusada de dos delitos fiscales en grado de cooperadora y para quien la acusación popular solicita nueve años de cárcel, se negó a responder las preguntas de Virginia López Negrete, abogada de la organización Manos Limpias, que la acusa de canalizar sus ingresos de forma irregular para pagar menos dinero a Hacienda a través de la empresa Aizoon que creó al 50% con Urdangarin, también implicado en la causa.
La fiscalía no interrogó a la infanta, quien aseveró que no asistió a ninguna junta de accionistas de Aizoon, que no sabía los gastos ni los ingresos de esa empresa, que no tenía firma ni poderes de representación en la misma. “Mi marido era administrador y él tomaba las decisiones en Aizoon, siempre asesorado por su asesor fiscal”, dijo. “Mi marido se encarga de las cuestiones económicas de la familia. No eran temas que me interesara hablar con él”.
Cuando su abogado le preguntó cómo fue que firmaba las actas de la empresa, respondió que “por la confianza en mi marido y sus asesores las firmaba”.
Sobre el pago a través de Aizoon a los empleados que trabajaban en su casa como el personal de servicio que atendía a sus hijos, dijo que ella sólo se encargaba de elegir al personal. “Desconozco el tipo de contrato que se les hizo y cómo se les dio de alta en la Seguridad Social. De eso se encargaron mi marido con sus asesores”, aseguró.
También dijo desconocer por qué figuraba como arrendadora y como arrendataria del contrato de alquiler de su casa, sede Aizoon. “Debió ser un error”, argumentó. De su marido dijo confiar “plenamente en él y en su inocencia”. Y aunque reconoció que en los años 2003 y 2004 confiaba en los asesores de su marido, ahora ya no lo hace.