La crisis de seguridad de Bélgica quedó expuesta tras los atentados que cobraron la semana pasada 32 muertos y más de 300 heridos y que han puesto al gobierno en la urgencia de revisar sus propias medidas, estrategias e instituciones.

Una comisión investigadora del Parlamento belga anunció esta semana que trabajará a partir de mediados de abril en el caso para intentar aclarar algunos puntos centrales detrás de los atentados; particularmente, se centrará en el criminal condenado Ibrahim el-Bakraoui, uno de los atacantes suicidas del aeropuerto de Bruselas, quien había sido deportado el año pasado de Turquía pero que vivía libremente en Bélgica. Su hermano Khalid, según informó la cadena italiana Sky TG24, alquiló una vivienda en la ciudad belga de Charleroi bajo la identidad falsa de un ex jugador del Inter de Milán, Ibrahim Maaroufi. Ayer se reveló además que el Buró Federal de Investigaciones (FBI) de Estados Unidos informó a la policía holandesa seis días antes del doble atentado del 22 de marzo (22-M) en Bruselas, de los antecedentes penales y extremistas de los hermanos Ibrahim y Khalid.

Los ataques terroristas de la semana pasada también arrojaron luz sobre varias instituciones de seguridad belgas que suelen trabajar en las penumbras. Entre ellas figura “el órgano coordinador para el análisis de amenazas” (Ocam), con sede en el barrio gubernamental de Bruselas. Una de las dudas que han surgido alrededor del Ocam es qué llevó a este organismo, subordinado a los ministerios de Interior y Justicia, a elevar la alarma terrorista a 4, el valor máximo, recién tras los atentados y no desde la detención de Salah Abdeslam, efectuada pocos días antes de la masacre, y de quien se sabía era uno de los principales sospechosos de los ataques perpetrados en París.

Mientras tanto, Yvan Mayeur, alcalde de Bruselas, se reunió este martes con su homóloga parisina, Anne Hidalgo, en el ayuntamiento de la capital francesa para tratar sobre las medidas tomadas en esa ciudad tras las agresiones terroristas de noviembre pasado. Bruselas nunca podrá volver a la “normalidad”, dijo el alcalde. Hidalgo expresó su solidaridad con Bélgica en el “largo y doloroso proceso del duelo y la reconstrucción”.

Mayeur se reunió con personal de emergencias y guardó un minuto de silencio por las víctimas de los ataques de la semana pasada contra el Metro y el aeropuerto de Bruselas, así como por las víctimas de otro atentado durante el fin de semana en Lahore, Paquistán.

El alcalde de Bruselas admitió fallos de las autoridades antes de los atentados del 22-M, pero expresó su confianza en que la célula responsable de las explosiones esté desarticulada por fin. “Hay análisis que hacer sobre la investigación. ¿Hubo errores? ¿Se nos escapó algo? Desde luego. De lo contrario, estos atentados no se habrían producido”, dijo Mayeur, quien afronta críticas en los medios belgas por sus acciones antes y después de los ataques.

Una semana después de los atentados de Bruselas, la mayoría de los servicios de tren subterráneo volvían a funcionar bajo una estrecha seguridad y parando en la mitad de las estaciones. La estación de Maelbeek, que sufrió un ataque suicida en plena hora pico, permanecía cerrada.

La población de la capital belga intenta volver a su rutina habitual, aunque con temor: Debaprasad Kar, empleado de una aseguradora, indicó que durante la última semana ha trabajado desde casa. “Sigo un poco nervioso, me da miedo entrar en la estación de Metro”, comentó.

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