Hubert Zafke, nació en 1920 en un pueblo de la región de Pomerania, una zona a la orilla del Mar Báltico que históricamente ha estado dividida entre Polonia y Alemania. Hijo de un campesino, terminó el bachillerato y estudió Agricultura en una escuela vocacional, con la intención de seguir los pasos de su padre. En 1933, se unió a las Juventudes Hitlerianas en Schönau, su ciudad natal, que hoy en día es una aldea polaca.

Siete años después, en abril de 1940, Hubert Zafke se unió a la SS, una de las organizaciones militares más poderosas dentro de la estructura del Tercer Reich, notable por implementar la Solución Final, el nombre con que la Alemania Nazi se refería al exterminio de los judíos.

Zafke recibió su entrenamiento de base en Dachau, el primero de los campos de concentración nazi que operó en territorio alemán, donde al menos 36 mil personas fueron asesinadas. Fungió como paramédico en los campos de concentración de Sachsenhausen y Neuengamme, entre 1942 y 1943. Pero los paramédicos no se ocupaban de la salud de los prisioneros. Con frecuencia, el cuerpo de enfermeros se encargaba de inyectar en las cámaras de gas el Zyklon-B, un insecticida a base de cianuro utilizado para asesinar a los presos.

A finales del verano de 1944, Hubert Zafke fue transferido a Auschwitz y reclutado como Unterscharführer, un grado equivalente al de sargento de escuadrón y responsable de comandar columnas de hasta quince soldados. Mientras él estuvo encargado del servicio médico del más infame de los campos de concentración nazis, 3 mil 681 hombres, mujeres y niños judíos encontraron la muerte en las cámaras de gas. Se estima que entre 1940 y 1945, poco más de un millón de personas, la mayoría judíos, fueron liquidados en Auschwitz.

Alrededor de 14 convoyes de deportados llegaron entre el 15 de agosto y el 14 de septiembre de 1944, provenientes de Lyon (Francia), Rodas (Grecia), Trieste (Italia), Westerbork (Holanda), Mauthausen y Viena (Austria). El 5 de septiembre arribó a Auschwitz un tren del campo de tránsito holandés, con 498 hombres, 442 mujeres y 79 niños. Entre las víctimas estaban Ana Frank, sus padres Otto y Edith, y su hermana mayor Margot. Ese día, Zafke, el paramédico militar, estaba de guardia.

En otoño de 1944, fue trasladado a ejercer la misma función en Neustadt, a unos kilómetros de distancia y parte de los 45 satélites que conformaban el complejo de campos de concentración de Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial. Por este “sub-campo” pasaron entre septiembre de 1944 y enero de 1945 al menos 400 prisioneras. Cuando el Ejército Rojo liberó el 27 de enero de 1945 al resto de los detenidos, Hubert Zafke ya había emprendido la marcha hacia el oeste.

No pasó mucho tiempo antes de que los ingleses lo capturaran. Tras la victoria de los aliados, las autoridades británicas lo entregaron a sus contrapartes polacas para que enfrentara a la justicia del país eslavo. En marzo de 1948, una corte distrital de Cracovia sentenció a Hubert Zafke a cuatro años de prisión por su membresía en la SS y su servicio y actividades en Auschwitz.

Cuando salió de la cárcel, Hubert Zafke volvió a su región de origen y se estableció en Mecklemburgo, en la zona de ocupación soviética que entre 1949 y 1990 se convertiría en la República Democrática Alemana (RDA). Se casó y procreó cuatro hijos en Gnevkow, al norte de Berlín, donde trabajó durante décadas manufacturando y vendiendo productos agrícolas, incluyendo pesticidas.

Nuevos juicios a viejos criminales. Con la caída del Muro de Berlín y el acceso a los archivos de la Segunda Guerra Mundial que los gobiernos comunistas de Alemania del Este, Polonia y la extinta Unión Soviética habían resguardado hasta entonces, Hubert Zafke volvió a aparecer en el radar de los “cazadores de nazis”, aunque el antiguo oficial de la SS no tenía por qué preocuparse: ya había cumplido con su sentencia y, además, nunca negó su participación en Auschwitz, afirmando que él no había escuchado nada, ni visto nada, ni asesinado a nadie.

Todo cambió en 2011 con el veredicto contra Ivan John Demnjajuk, un soldado ucraniano convertido en prisionero de guerra y después en guardia del campo de concentración de Sobibor, en la Polonia ocupada por los nazis. La Corte en Alemania lo sentenció a cinco años de prisión por su complicidad en el asesinato de 28 mil judíos holandeses.

Era la primera vez en la historia de los juicios contra antiguos militares o colaboracionistas del Tercer Reich donde no existían testigos ni evidencia específica contra un individuo en concreto: el hecho de que Demnjanjuk hubiera sido parte del organigrama laboral del campo de concentración era suficiente para declararlo culpable.

Este giro en la jurisprudencia de este tipo de casos abrió la posibilidad en los últimos años de procesar a antiguos criminales de guerra por su responsabilidad en el Holocausto.

Quizá el más notable de estos juicios fue el de Oskar Gröning, el “contador de Auschwitz”, llamado así porque se encargaba de hacer un recuento del dinero que se le despojaba a los prisioneros, sentenciado el verano pasado a cuatro años de prisión por su complicidad en el asesinato de 300 mil judíos.

En junio de 2015, un tribunal se había negado a abrir un proceso en contra de Hubert Zafke aludiendo a que el acusado sufría de una salud delicada. Pero en diciembre de ese año una corte superior invalidó esta decisión, afirmando que el anciano, a pesar de presentar problemas cognitivos y una capacidad física débil, no estaba totalmente incapacitado para ser llevado a la corte.

En enero de 2016, se estableció que el proceso contra Hubert Zafke comenzaría con una audiencia en el pueblo de Neubrandenburg, al norte de Alemania, para determinar si el acusado estaba en condiciones de ir a juicio. A pesar de que el anciano de 95 años vive solo y cuida de sí mismo, su abogado presentó una moción demandando que se retiren los cargos contra su cliente, afirmando que sufre de demencia.

Poco después de que iniciara la primera audiencia el 29 de febrero, el juez la suspendió debido a que un médico había inhabilitado a Zafke de acudir a la corte, porque problemas de salud. Se ordenó una segunda audiencia, para el 14 de marzo, con un resultado igualmente desafortunado, y se suspendió el proceso hasta nuevo aviso. Quizás también Hubert Zafke tiene la suerte de su lado.

De los 6 mil 500 miembros de la SS que formaron parte de la maquinaria de muerte en Auschwitz, sólo 29 se enfrentaron a la justicia alemana. En la extinta Alemania del Este, 20 fueron procesados. La mayoría se libró del proceso gracias a la creencia popular de que aquellos que colaboraron con los nazis fueron forzados a hacerlo, y por lo tanto no fueron culpables de asesinato.

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