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Turquía espera formalizar, durante la cumbre de dos días que inicia hoy (jueves) en la capital europea, el acuerdo que marcará un cambio radical de la estrategia de la Unión Europea (UE), para enfrentar la avalancha de refugiados.
Ankara y Bruselas llegaron a un principio de acuerdo durante una cumbre bilateral celebrada la semana pasada, pero el pacto debe recibir el visto bueno de todos los Estados miembros. El acuerdo prevé devolver a territorio turco a todos los inmigrantes que lleguen a Grecia de forma ilegal, incluidos los sirios que huyen del conflicto armado. Turquía, que tiene en su suelo a 2.7 millones de refugiados sirios, se compromete a introducir en sus fronteras controles más estrictos.
A cambio, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan pide que se duplique hasta 6 mil millones de euros la ayuda para cubrir las necesidades de los refugiados sirios, acelerar las conversaciones de adhesión del país a la Unión y la exención de visado para los 75 millones de turcos. Además, demanda que por cada migrante que devuelva Grecia a Turquía, al menos un refugiado sirio sea reasentado en Europa.
Pero el tema de la adhesión es impopular en una Europa ocupada con la crisis en Siria, la posible salida de Reino Unido del bloque y el avance de los grupos de extrema derecha. La canciller alemana Angela Merkel ya adelantó que “no está en la agenda” el tema de la adhesión.
Por otro lado, instancias de Naciones Unidas aseguran que el acuerdo viola los convenios de la UE en materia de derechos humanos. “Convertir a Turquía en guardián no exime a Europa de su obligación de acoger migrantes”, sostuvo el relator de Naciones Unidas para los derechos humanos de los migrantes, François Crépeau.
Por su parte, Amnistía Internacional (AI) subraya que Turquía no puede ser considerado un país seguro al que Europa puede subcontratar para que se haga responsable de sus obligaciones conforme a la Convención de Ginebra. “Turquía no es seguro para nadie”, dijo John Dalhuisen, director para Europa de AI.