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Las autoridades francesas de seguridad aérea exigieron ayer que los pilotos que están de baja sean sometidos a exámenes médicos rutinarios, así como claras regulaciones del secreto profesional médico, para evitar sucesos como el accidente provocado por Andreas Lubitz, copiloto de la aerolínea Germanwings, quien estrelló un avión de forma deliberada en los Alpes franceses.
Lubitz había recibido tratamiento por depresión en el pasado y la investigación determinó que había acudido a consultas de decenas de médicos en las semanas previas al siniestro del 24 de marzo de 2015.
Pero ninguno de los doctores informó a las autoridades de sus preocupaciones por su salud mental, indicó la agencia de investigación francesa BEA. Un médico derivó a Lubitz a una clínica siquiátrica dos semanas antes del choque, indicó BEA.
“Los expertos encontraron que los síntomas [que presentaba en ese momento] podían ser compatibles con un episodio sicótico”, dijo Arnaud Desjardin, quien dirigió la pesquisa. Esta información “no se proporcionó a Germanwings”, añadió.
Los fiscales han encontrado pruebas de que el copiloto, quien también tenía problemas de visión y podría haber temido perder su trabajo, había estudiado varios métodos de suicidio y ocultó su enfermedad a su empleador, lo que ha generado un debate sobre la supervisión y el secreto médico.
El organismo citó una “falta de directrices claras en la normativa alemana” sobre cuándo una amenaza para la seguridad pública puede tener más peso que los requisitos de confidencialidad médica. Germanwings y su empresa matriz, Lufthansa, han rechazado cualquier mala práctica que llevara al suceso, e insistieron en que el copiloto estaba acreditado para volar.
Pero los familiares de los fallecidos han señalado a una serie de personas que, afirman, pudieron dar la alarma y detener a Lubitz.
La pesquisa de BEA está separada de la investigación por homicidio de la fiscalía francesa para determinar si se exigen responsabilidades penales por el suceso.
Su trabajo se centró en emitir recomendaciones para evitar incidentes similares en el futuro, en especial en materia de salud mental de los pilotos y de mejorar su proceso de certificación. Recomendó además promover la aplicación de grupos de apoyo para los pilotos con el objetivo de que puedan hablar de sus problemas y definir las modalidades bajo las cuales la normativa de la Unión Europea permitiría que sean declarados en condiciones de volar mientras estén tomando antidepresivos.