editor@eluniversal.com.mx

Jakdar Mohamed abandonó sus estudios de Economía al poco tiempo de haberlos iniciado, en 2011, debido al estallido del conflicto civil en Siria. Damasco, su lugar de origen, se vio en poco tiempo envuelto en un desorden que obligó a miles de habitantes a abandonar la ciudad.

El estruendo de la guerra lo acompañó durante dos años, pues vio de cerca la tragedia: misiles que impactaban cerca de su hogar o de los sitios que frecuentaba, noticias de personas desaparecidas, el tipo de desventuras que deja un conflicto armado.

En más de una ocasión, Jakdar escapó de convertirse en una cifra mortal más, un daño colateral de la guerra. Su casa fue destruida por un proyectil. Él escapó de las municiones de un francotirador. Su gobierno quiso obligarlo a inscribirse a las fuerza armadas, a formar parte de un conflicto en el que no se siente representado y que lo llevaría a una muerte segura.

“Vivía en Damasco con mi familia, luego mi hogar fue destruido. Cuatro meses después, en 2011, un francotirador me disparó. Y después, el gobierno intentó enlistarme al servicio militar obligatorio, en 2012 y 2013. Ahí decidimos marcharnos”, expone.

Y aunque la familia de Jakdar se mudó con él a Irak, uno de sus hermanos permanece en Siria.

Jakdar decidió asentarse en Mosul, Irak, por la lejanía que tenía con el Estado Islámico (EI) que amenazó a toda la comunidad. A sus 22 años, decidió unirse a la organización no gubernamental Acted, donde desempeña labores de distribución de líquidos y protección a infantes.

Jakdar es uno de los estudiantes sirios que buscan asilo en México a través de Proyecto Habesha. Él, como otros jóvenes, intenta dejar atrás la pesadilla del conflicto armado en Siria y buscar un mejor futuro.

Sin embargo, la mala fortuna lo persiguió. Su arribo a México quedó en suspenso por las dificultades que atraviesa el proyecto para obtener fondos para la manutención y el traslado.

“Me gusta México, conocí a algunas personas, hablé con ellas y me entendieron. Elegí el proyecto [Habesha] porque se ofrecía una oportunidad que en otros no: completar los estudios. Con educación puedes hacerlo todo”, comenta Jakdar en alguna zona entre Irak y Siria, huyendo del servicio militar obligatorio.

Entre los planes de Jakdar está el de estudiar Medicina, una carrera completamente distinta a la que eligió cuando había paz en su país. El cambio tiene que ver con su anhelo de ver una Siria recuperada del conflicto. Una en la que pondrá su granito de arena para la reconstrución. “Me gustaría estudiar Medicina. Es algo que necesitará mi país en el futuro”, indica.

La espera le parece infinita a Jak- dar, quien vive el día a día de millares de personas en Siria y países de Medio Oriente, que aguardan que un país los adopte y les dé una oportunidad nueva de vivir en paz, sin olvidar la tierra donde nacieron.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses