Buenos Aires.— Una multitud ocupó ayer la Plaza de Mayo —frente a la casa de gobierno— y unas cinco cuadras de la Avenida de Mayo —que nace en la misma plaza—, en esta capital argentina, en la que fue la manifestación más grande que ha enfrentado hasta ahora el gobierno de Mauricio Macri, el presidente que asumió en Argentina el pasado 10 de diciembre, luego de 12 años de kirchnerismo.

La manifestación, convocada por la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) y la Central de los Trabajadores Argentinos Autónoma (CTAA), fue en protesta por la ola de despidos que viene sacudiendo a la administración pública desde que el gobierno cambió de manos.

Según datos de ATE, hay 7 mil 795 trabajadores despedidos, pero podrían ser, de acuerdo con cifras extraoficiales, hasta 25 mil. El gobierno justifica la medida diciendo que muchos de los trabajadores despedidos no cumplían tareas específicas o que eran funcionarios del gobierno anterior.

“La marcha fue muy grande e incluso excedió la expectativa de los organizadores: estimamos que hubo más de 30 mil personas”, dice Rodrigo Ramos, un delegado de ATE de los empleados de la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, dependiente del Ministerio de Comunicaciones. “El acto demostró que hay un potencial de lucha muy grande. No sólo está el tema de los despidos, sino también el de las paritarias: cuál va a ser el aumento salarial este año”.

La marcha se dio a lo largo de cinco horas, desde las 11 de la mañana, con dos actos convocados por la división de ATE —que tiene un ala kirchnerista y otra de izquierda trotskista— y terminó poco antes de que, en la Casa Rosada, Mauricio Macri recibiera al presidente de Francia, François Hollande, quien aplaudió que su par haya abierto “un nuevo capítulo en la situación de Argentina, una Argentina más abierta, más creíble, y Francia está dispuesta a acompañarlo”.

Macri y Hollande también firmaron diversos acuerdos de cooperación en los ámbitos científico y tecnológico, defensa, seguridad interior, intercambio comercial y cultural.

Además, fue la primera manifestación en la que se discutió el uso del Protocolo de Actuación en las Manifestaciones Públicas, una herramienta del Ministerio de Seguridad que establece pautas para asegurar la circulación de la gente durante las protestas, y que inmediatamente despertó polémica.

“Rechazamos y repudiamos las limitaciones que el gobierno está dando a conocer: el protocolo limita el derecho constitucional de los trabajadores”, había dicho Silvia León, secretaria de ATE, el lunes.

“En los últimos 10 días hicimos 18 asambleas en distintos edificios del ministerio y nos dimos cuenta de que había miedo”, dice Valentina Viglieca, delegada de ATE del Ministerio de Cultura. “Pero a la hora de la movilización, la gente salió: el clima es de miedo pero de unidad”.

Ese ministerio es, de acuerdo con un supuesto organigrama de despidos que se filtró a los medios, el más afectado: en marzo se completaría un número de mil 400 despedidos. Pero por ahora, hay 464.

Muchos de ellos son señalados como ñoquis, que en el argot argentino nombra a los empleados que no cumplen con su trabajo y que sólo pasan a cobrar el sueldo el día 29, que es el día en que se cena ñoquis. “Los ñoquis no se enteran en la puerta del trabajo de que fueron despedidos, sino un mes más tarde, cuando la plata no les fue depositada”, dice la delegada Viglieca. “Puede ser que entre los despedidos hubiera ñoquis y funcionarios del gobierno anterior que estuvieran camuflados, pero muchos echados se enteraron cuando llegaron a su oficina”.

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