El gobierno de Alemania condenó ayer los nuevos episodios xenófobos registrados en la región oriental de Sajonia, que sacudieron al país y desataron una ola de repudio.
“No podemos esperar a que haya un primer muerto. Necesitamos una nueva cultura de la protesta”, urgió el ministro alemán de Justicia, Heiko Maas, quien llamó a la “mayoría silenciosa” a no seguir callando y fustigó con dureza las agresiones verbales a refugiados que se repitieron este fin de semana y se viralizaron en internet.
“El que prende fuego a hogares de asilo o lo aplaude con manifiesta satisfacción, ése no tiene ni justificativo ni disculpa”, se indignó. Además, apeló a los alemanes a mantenerse alejados del movimiento islamófobo Patriotas contra la Islamización de Occidente (Pegida) y del partido Alternativa por Alemania (Afd).
La canciller Angela Merkel se sumó a las condenas a través de su portavoz, Steffen Seibert, quien calificó de “crueles” a quienes hostigan a los refugiados. “Nuestro país sabe que aquí se trata de gente necesitada. La tratamos con dignidad y simpatía”, sostuvo y anunció una “clara respuesta de todas las fuerzas estatales” contra aquellos que celebren episodios como los ocurridos en los últimos días en dos localidades del este del país.
La creciente tensión racista que vive Alemania ante la ola de refugiados tuvo un nuevo capítulo el fin de semana cuando un incendio al parecer provocado destruyó un futuro hogar de acogida en Bautzen, mientras varios vecinos aplaudían el incidente.
El jueves pasado, una turba racista bloqueó el acceso de un autobús de refugiados a un hogar de asilo en Clausnitz, también en el este del país. En ese episodio, según medios de comunicación, estuvieron involucrados militantes de AfD. Además, se informó que Pegida elogió como un “acto de coraje” contra los “invasores sin escrúpulos” ese acoso a los inmigrantes.
Ayer, Merkel insistió en la necesidad de una “solución europea” a la crisis de los refugiados.
Miles quedan varados. Entretanto, se informó que más de 5 mil migrantes se encuentran varados en la frontera entre Grecia y Macedonia después de que el gobierno decidiera cerrar el cruce, lo que empujó a cientos de personas a intentar llegar al país vecino cruzando el paso limítrofe ferroviario cerca de Idomeni-Gevgelija.
Pero simultáneamente cientos de migrantes comenzaron a marchar hacia la frontera con Macedonia caminando por el borde de la autopista que corre a pocos kilómetros al oeste del cruce. Antes de los incidentes de ayer Macedonia estaba dejando pasar únicamente a migrantes de Siria e Irak.