El presidente estadounidense Barack Obama se mostró ayer confiado en que su próximo viaje a Cuba “mejorará la vida del pueblo cubano” y convertirá el proceso de reconciliación en “irreversible” porque las políticas que se impusieron durante más de medio siglo contra La Habana “no funcionaron” y “sólo trajeron más sufrimiento”.
Al confirmar su visita oficial a La Habana, los próximos 21 y 22 de marzo, la administración Obama insistió en que el tema de los derechos humanos, la defensa de la libertad y la democracia “seguirán sobre la mesa” y adelantó que el presidente se entrevistará con disidentes y miembros de la sociedad civil “que están en contra de las políticas del gobierno.
“Esta visita histórica, la primera de un presidente de EU en funciones en casi 90 años, es una demostración más del compromiso del presidente para trazar un nuevo rumbo para las relaciones de ambos países y estrechar los lazos con los ciudadanos cubanos a través de viajes ampliados, el comercio y el acceso a la información”, aseguró Ben Rhodes, asesor de Seguridad Nacional de Obama, quien también se reunirá con su par cubano, Raúl Castro. Según Rhodes, por el momento “no se tiene contemplado un encuentro” con Fidel Castro, el líder moral de la Revolución cubana.
Rhodes dijo que si bien es probable que Obama escuche del gobierno cubano demandas como la de levantar el embargo comercial y devolver el territorio de Guantánamo que retiene como base militar y centro de detención, no son temas que de momento estén “sobre la mesa de negociaciones”.
Republicanos consideraron el viaje como “un error que sólo traerá desastrosas consecuencias”. “Le pido al presidente Obama reconsiderar esta visita a la isla comunista de Cuba”, dijo el aspirante presidencial Marco Rubio. El senador demócrata por Nueva Jersey Bob Menéndez criticó que el viaje se haga pese a que Cuba “sigue violando los derechos humanos y ofreciendo refugio a prófugos de la justicia estadounidense”.
Analistas e historiadores subrayaron que el encuentro Obama-Castro consolidará el legado del presidente de EU en el hemisferio y acelerará una serie de reformas a favor de la libertad, los derechos humanos y la democracia en Cuba.
“El viaje de Obama es tan importante como el que realizó Richard Nixon a China en 1972. Ese fue un viaje que marcó la apertura entre los dos países y por ello me atrevería a decir que el viaje a La Habana es igual de trascendente”, consideró el profesor William LeoGrande, experto en las relaciones Cuba EU de la Universidad Americana.
“Por eso, cuando escucho las críticas de senadores como Rubio o Menéndez, que siguen defendiendo políticas de bloqueo y aislamiento que no produjeron ningún resultado durante 54 años, no puedo dejar de pensar en lo hipócritas que son cuando acusan a Obama por no ser capaz de cambiar las cosas en Cuba de la noche a la mañana”, añadió.
Sobre la posibilidad de un encuentro entre Obama y Fidel Castro, el profesor en relaciones exteriores de la Universidad de Georgetown, Eric Langer, consideró que aunque el presidente de EU ya no tiene nada que perder, la pregunta es si “a Fidel Castro le conviene este encuentro porque él ya no se encuentra muy bien [de salud].
“Supongo que el gobierno de Cuba no querrá mostrar a un Fidel Castro débil. No le conviene. Demostraría una debilidad de su líder histórico ante un presidente joven y dinámico como Obama”, concluyó Langer.
Obama dijo ayer sobre el viaje que “será divertido cuando vayamos”.