Aunque el virus del zika inició su progresivo ataque sanitario hemisférico en febrero de 2014 en la Isla de Pascua, Chile, y prosiguió tras el hallazgo en mayo de 2015 en Brasil de los primeros casos de transmisión autóctona en América en una incesante propagación regional, en las primeras semanas de 2016 se transformó en una temible pesadilla. Una vez más, los aparatos continentales de salubridad, famosos por su inestabilidad y su vieja y prolongada fragilidad, son sometidos por un temible y contundente enemigo a una prueba con un desenlace de pronóstico reservado.

Al igual que ocurrió con pandemias que golpearon a América en los últimos 30 años y en algunas zonas se quedaron para siempre, como las del cólera, las variedades del AH1N1, la fiebre amarilla, el dengue y sus modalidades y el chikungunya, el previsible bando perdedor de la lucha serán millones de americanos marginados en al menos 26 países del continente que ya son atacados por el zika.

“El zika llegó para quedarse, no tiene fronteras y no necesita pasaporte para ir de un país a otro”, dijo el médico hondureño Bredy Lara, jefe de la Unidad de Vigilancia de la Salud de la Secretaría de Salud de Honduras. “Al zika, que usa el mismo vector (mosquito Aedes aegypti) del dengue, chikungunya y fiebre amarilla para propagarse, lo tendremos por bastante tiempo. Atacarles tampoco es responsabilidad exclusiva de las estructuras estatales de salud, pues involucra a población y empresa privada”, explicó Lara en una entrevista con EL UNIVERSAL.

Brasil es el país más afectado, con más de un millón de casos, aunque se carece de números exactos y las cifras fluctúan de medio millón a 1.4 millones. Colombia, con más de 20 mil casos, y El Salvador, con más de 3 mil 500, completan el trío que sufre mayor impacto.

Las primeras apariciones ocurrieron en Pascua hace dos años y ya son 26 países americanos con “transmisión autóctona”, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). El 1 de febrero, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró emergencia pública de importancia internacional por el zika que, aparentemente, se asocia a malformaciones neurológicas, microcefalias y a males como el síndrome de Guillain-Barré, trastorno neurológico.

“Esperábamos que fuera menos grave realmente de lo que ha estado pasando, por los casos de microcefalia y Guillain-Barré”, admitió el médico colombiano Diego García, subdirector de Enfermedades Transmisibles del Ministerio de Salud de Colombia.

“Estamos en una fase expansiva de la epidemia que se puede prolongar a junio o julio de este año. A partir de esas fechas esperamos que mantenga una circulación endémica, como pasa con el chikungunya, que se quedó pero en una forma mucha más baja de casos. Esperamos que pase lo mismo con el zika”.

Un foco de atención es el nexo del virus con las embarazadas. Colombia pidió a las colombianas posponer sus embarazos al menos por seis meses, tras detectarse casos de bebés con microcefalia y daños neurológicos asociados aparentemente con el zika.

“La realidad es que un gran número de mujeres en nuestra región no tienen acceso a la educación sexual y métodos anticonceptivos eficaces”, advirtió la dominiquesa Carissa F. Etienne, directora de la OPS, en una cita con los jerarcas de salubridad de América Latina y el Caribe, el 3 de febrero en Uruguay.

“Es muy probable que esas mismas mujeres vivan en condiciones de vulnerabilidad, en barrios donde la vivienda y las condiciones ambientales brindan condiciones ideales para criaderos de mosquitos y, en consecuencia, para que aumente su potencial exposición a las picaduras de mosquitos. Por lo tanto, debemos hacer todo lo posible para invertir recursos en servicios de salud reproductiva integrales”, precisó.

Brasil reporta 3 mil 530 casos de microcefalia desde octubre de 2015 y 46 bebés muertos, pero la relación de este problema con el zika —detectado por primera vez en 1947 en Uganda— y el de que este virus se transmita vía sexual están pendientes de comprobación científica.

Sin dinero

La crisis causó un choque de intereses sanitarios con realidades financieras. “Se necesitan más recursos de manera urgente para enfrentar la propagación del virus”, subrayó Etienne. Con nuevos recursos se intensificarán los esfuerzos para controlar el mosquito, preparar los servicios de salud ante un posible aumento en la demanda, realizar campañas de educación y rastrear la propagación del virus.

La crisis del zika se agudizó en una región en la que, como América Latina y el Caribe, los recursos financieros son escasos. Con una economía en contracción y un crecimiento de 0.4% en 2015, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) pronosticó que la región crecerá apenas 0.2% en 2016, con riesgo de que haya un retroceso en el proceso que redujo la pobreza en unos 50 millones de personas de 2003 a 2013.

En entrevista con este diario, el médico salvadoreño Rolando Masís, director de Vigilancia de Salud del Ministerio de Salud de El Salvador, adujo que su país “está preparado” para enfrentar al zika, pero subrayó que debido al calentamiento global, las poblaciones, en las “próximas décadas”, estarán propensas “a que este tipo de enfermedad concite con nosotros y cada día se extiendan más al norte, al sur y en mayor altitud. Probablemente vamos a ver a lo largo de las próximas décadas estas enfermedades y probablemente otras virosis”, alegó.

En este entorno, una diversidad de medidas de vigilancia, manejo del vector, declaraciones de alertas y emergencias prolifera en los países americanos para contener el avance de esta nueva pesadilla de imprevisibles efectos socioeconómicos.

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