El secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, intentará emular a su colega de Portugal y liderar en España una “gran coalición” de fuerzas progresistas, en caso de que el conservador Partido Popular (PP) no logre formar gobierno.
El PSOE “tenderá la mano a todas las fuerzas progresistas” para “liderar el cambio político” que necesita España, declaró ayer Sánchez, después de reunirse en Lisboa con el primer ministro luso, el socialista António Costa, quien llegó al gobierno gracias a un inédito acuerdo con la izquierda radical. “Las fuerzas del cambio deben entenderse para que un país pueda progresar. El gobierno de Costa es la mejor prueba de ello. Y reitero, le digo no a la gran coalición que propone el PP”, ahondó.
En octubre, cuando Costa avanzaba en las conversaciones, el presidente del gobierno español Mariano Rajoy expresó su temor de que le pudiera ocurrir lo que estaba a punto de pasarle a Passos Coelho. “Espero que esto no suceda en España y que la lista más votada pueda gobernar”, indicó. “Es lo que siempre ha ocurrido en España y es lo más democrático”.
En caso de que Rajoy no aglutine los apoyos necesarios para formar Ejecutivo, el líder de los socialistas españoles se sentará a la mesa con las fuerzas progresistas del Parlamento español, aunque no especificó cuáles.
Sánchez fue cuestionado sobre la postura de Podemos, partido clave para un futuro Ejecutivo socialista, que pone como condición para negociar que se celebre un referéndum soberanista en Cataluña: “El partido de Pablo Iglesias (Podemos) sabe que el referéndum en Cataluña es inconstitucional”, recordó Sánchez, al aludir a la “línea roja” negociadora de su partido.
En cuanto a los partidos nacionalistas catalanes, favorables a la independencia y clave para propiciar una eventual coalición mayoritaria, el dirigente socialista dio a entender que, si fuese necesario, se sentaría a negociar con ellos.
Sánchez expresó su rechazo a la celebración de nuevas elecciones en España, al argumentar que apenas servirían para “aplazar el problema” de la gobernabilidad.