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La edición con la que Charlie Hebdo conmemora a los fallecidos hace un año por un ataque terrorista, refleja la valentía y el compromiso de la revista con la libertad de expresión, afirma Anthony Bellanger, secretario general de la Federación Internacional de Periodistas (FIP).
El número especial, cuya portada muestra una caricatura de un dios con una ametralladora y un mensaje en el que se lee: “Un año después el asesino anda suelto”, además muestra la condición en la que se encuentra el semanario luego de haber perdido a 11 miembros de su redacción, entre ellos el director y varios destacados caricaturistas.
“Charlie Hebdo sigue siendo Charlie Hebdo y la portada de su edición especial no es ningún escándalo. Lo sería si nos fijáramos sólo en el dibujo, que pasa a segundo plano, pues no está dirigido a ninguna religión en particular, se trata de un dios armado con un Kalashnikov y en ropa ensangrentada”, asegura a EL UNIVERSAL Bellanger, periodista francés.
“Aquí están satirizado todas las formas de extremismo, y te puedo asegurar que se refiere a todas las religiones”.
En entrevista, el titular de una organización conformada por 179 organizaciones de 139 países y que en conjunto representan a 600 mil periodistas, habla del impacto que tuvo en el periodismo crítico del fundamentalismo islámico el ataque contra la revista y de la importancia de ejercer el periodismo pese a amenazas y ataques intimidatorios.
“El ataque del 7 de enero de 2015 fue traumático para todos los ciudadanos y periodistas”, dice. “Pero el periodista debe seguir siendo el perro guardián de la democracia y no autocensurarse. [El periodista británico George] Orwell decía que el periodismo consiste en publicar lo que otros no quieren publicar. Lo demás son relaciones públicas”.
Si bien es difícil cuantificar el número de periodistas bajo amenaza permanente del terrorismo islámico, el sindicalista recuerda los casos del diario danés Jyllands-Posten y de los autores de las caricaturas del profeta Mahoma, señalados por la yihad como objetivos desde 2005.
Los periodistas no son sólo blancos de islamistas radicales. La FIP contabilizó en 2015 el asesinato de 112 periodistas, pero la gran mayoría no perdieron la vida por escribir sobre terrorismo o el islam.
Por ejemplo, están los ocho casos registrados en México, entre ellos el de Moisés Sánchez Cerezo, editor del semanario La Unión, quien perdiera la vida en Veracruz, y el de Abel Manuel Bautista Raymundo, director y fundador de una radio comunitaria en Oaxaca, asesinado en Juxtlahuaca.
Cuestionado sobre si la libertad de expresión debe prevalecer aun cuando algunas personas lo consideren un acto de racismo, islamofobia o blasfemia, Bellanger responde que “ésta se detiene en donde lo marca la ley”. “En Europa desde el momento en el que el periodista no cae en el insulto o la difamación tiene el derecho de expresarse”. “Entiendo que ciertas sensibilidades son golpeadas por editoriales o caricaturas, pero no hay que confundir la libertad de expresión con la libertad editorial. Nadie está obligado a comprar un periódico en particular o ver un programa en particular en la televisión”, dice.