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Dinamarca y Suecia reforzaron sus fronteras ayer como parte de sus esfuerzos para frenar el flujo de migrantes que llegan a Escandinavia desde Alemania.
Suecia, tras comprobar que las inspecciones aleatorias puestas en marcha hace dos meses no tenían el efecto que esperaba, empezó a aplicar controles de identidad a todos los viajeros que se desplacen en tren, autobús y en barco desde Dinamarca, de modo que quien carezca de documentos en regla no podrá entrar al país.
La medida está en contraposición con las acuerdos entre países europeos para el libre movimiento de personas a través de las fronteras europeas. Tanto Alemania, como Dinamarca y Suecia son miembros del Acuerdo de Schengen.
La nueva normativa, que se puso en marcha en la madrugada y estará vigente durante seis meses, prorrogables, deriva de una ley aprobada hace tres semanas por el Parlamento sueco. Copenhague respondió instaurando de forma temporal desde el mediodía controles en la frontera alemana para evitar situaciones de riesgo para el orden público y apelando a que los otros países nórdicos impulsen iniciativas similares.
“Hay un riesgo grave de que inmigrantes ilegales se queden en Dinamarca. Tampoco queremos ver a refugiados e inmigrantes caminando por las autopistas”, dijo ayer el primer ministro danés, el liberal Lars Løkke Rasmussen.
Los controles estarán vigentes durante 10 días prorrogables y serán de carácter aleatorio, resaltó Rasmussen.
“El control fronterizo no implica que vayamos a rechazar a los que piden asilo en Dinamarca. No descarto que implique incluso que más personas pidan asilo aquí”, declaró el primer ministro danés.
Los controles introducidos por Suecia afectan sobre todo al puente del estrecho del Sund, que une Copenhague con la ciudad sueca de Malmoe y es la principal arteria de comunicación entre ambos países, por la que viajan a diario decenas de miles de personas.
Los viajes en tren desde Copenhague podrían durar el doble de tiempo del habitual, según los cálculos de las autoridades, un perjuicio notable para las miles de personas que viven en un país y trabajan en otro y que a la larga podría afectar la integración en la región del Sund, que ronda los cuatro millones de habitantes.
Las autoridades danesas han implantado puestos de control en la estación de tren del aeropuerto de Kastrup, la última antes de cruzar a Suecia, para registrar a todos los que viajen a este país, que deberán afrontar un segundo control en Hyllie, del lado sueco. Los 1.2 millones de euros que se estima cuestan los controles serán asumidos a partes iguales entre las compañías ferroviarias danesa y las del sur de Suecia.