Después de meses de precampañas, el lunes arrancan las primeras votaciones en la campaña presidencial en EU en medio de la incertidumbre. Los candidatos con mayor apoyo entre líderes de ambos partidos grandes se han visto débiles frente a populistas que están desafiando los consensos dentro de sus organizaciones. ¿Esto es un fenómeno pasajero o estamos frente a un cambio de paradigma en la política estadounidense?

Hay tres razones para creer que hay algo fundamental que ha cambiado en el electorado estadounidense y que esto puede llevar a sorpresas, pero también hay factores que pueden cancelar esto.

Para empezar, la economía del país está débil, con crecimiento lento y poco aumento de sueldos en los últimos años. Para los populistas republicanos Donald Trump y Ted Cruz, el problema es el gobierno que no funciona y prometen reducir su intervención en la economía. Para Bernie Sanders, el populista demócrata, el problema es la falta de intervención gubernamental y él promete aumentar el rol del Estado para generar oportunidades. Para los candidatos más moderados en ambos partidos, el problema radica en cambios ajenos al gobierno y se necesita un funcionamiento calibrado desde el gobierno para enfrentarlos.

En segundo lugar, la demografía de EU ha ido cambiando, con un descenso en el porcentaje e influencia de los anglosajones frente a otros grupos étnicos. Al mismo tiempo, hay cambios en los valores dominantes hacia incluir el respeto a la pluralidad de formas de vivir, por ejemplo, a familias no tradicionales. Trump ha captado el descontento contra los inmigrantes, sobre todo latinos y musulmanes, mientras que Cruz ha ganado simpatías entre votantes que quieren regresar a lo que perciben como valores “tradicionales”.

Para los demócratas la batalla está en relación con la desigualdad económica frente al dominio de un porcentaje muy limitado de la población del capital total del país.

Finalmente, hay una percepción entre muchos estadounidenses de que el país ha perdido liderazgo en el mundo, en un momento en que otros países están viviendo un auge de su influencia. El demócrata Sanders recibe el apoyo de los que quieren aún menos intervención de EU en el mundo, mientras en el Partido Republicano, Trump y Cruz desean revertir esta “debilidad” y prometen una presencia militar más visible.

Es poco probable que Sanders le gane a Hillary Clinton en las primarias demócratas, ya que Clinton sigue teniendo la simpatía de los votantes no blancos, pero acortará la distancia con ella, y quizás pueda ganar en Iowa y New Hampshire. En cambio, es posible que Trump o Cruz sí ganen la candidatura presidencial de parte de los republicanos, porque han entendido bien el descontento de un sector importante de la base del partido, pero cualquiera de los dos lo tendría muy, pero muy difícil para ganar la presidencia.

Si bien es cierto que el descontento existe en ambos partidos —y entre la mayoría de votantes no partidistas— las soluciones que proponen Trump y Cruz no apelan a una mayoría de ciudadanos estadounidenses. Sería casi imposible ganar la presidencia el día de hoy con los votos sólo de ciudadanos blancos, como Trump parece aspirar, o sólo de ciudadanos socialmente conservadores, como Cruz está intentando hacer, sobre todo en un país que es cada vez más plural. El populismo está viviendo su auge en Estados Unidos, pero difícilmente será una fórmula ganadora a nivel nacional.

Pero no nos debe sorprender lo atractivo del populismo y de soluciones fáciles en un país que ha vivido cambios sociales, culturales y económicos muy rápidos. Antes ha pasado en otras partes del mundo que populistas se aprovechan del descontento por el cambio, y ahora está pasando en este país.

Vicepresidente ejecutivo del Wilson Center

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