El último día de 2015 en El Salvador dejó un saldo rojo, con 10 homicidios y una nueva secuela de vendettas, odios y disputas entre organizaciones criminales enemigas, lo que no augura un buen panorama para este 2016 que inicia, en el país sin guerra más violento del mundo, con una tasa de al menos 105.3 homicidios por cada 100 mil habitantes, la más alta del planeta.
Pero la historia de sangre que hinca a El Salvador se replica con masacres callejeras, motines carcelarios y mortales tiroteos diarios entre policías y pandilleros en Honduras y Guatemala, que completan el conflictivo Triángulo Norte, y se refleja, con cifras menores pero acuciantes, en el resto de Centroamérica.
“La violencia y la criminalidad de los últimos 10 años en especial en el Triángulo Norte son producto del tráfico de drogas, de armas o de grupos criminales que se desarrollan con aquiescencia de los Estados”, lamentó la hondureña Migdonia Ayestas, directora del Observatorio de la Violencia de la estatal Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
“Muchas bandas criminales y de narcoactividad surgieron en Centroamérica por la penetración de mafias mexicanas y colombianas. Sumado al crecimiento de las maras o pandillas juveniles, todo resulta en un aumento de muertes violentas”, dijo Ayestas a EL UNIVERSAL.
Identificada desde 2009 por la Organización de Naciones Unidas (ONU) como la zona más violenta del mundo sin estar en guerra, y ubicada en una posición geográfica clave entre las bases de producción de drogas en América del Sur y los grandes mercados de consumo en Estados Unidos, Centroamérica mantiene promedios mínimos de 15 homicidios al día.
Con la mitad de sus 43 millones de habitantes hundida en variados rangos de pobreza, Centroamérica agrega una masiva migración interna y externa a su panorama de inseguridad, que convirtió el 2015 en uno de los años más sangrientos desde el final de los conflictos bélicos regionales en 1996.
A la espera de los conteos definitivos de 2015, el Instituto de Medicina Legal de El Salvador informó a este diario que, por primera vez en los últimos 17 años, esa nación sumó 6 mil 670 homicidios el año pasado (unas 80 mil personas murieron de 1980 a 1992 en la guerra civil).
En la vecina Honduras, del 24 al 29 de noviembre pasados hubo cinco masacres, con 32 víctimas mortales. Ayestas precisó que Honduras registró 68 homicidios por cada 100 mil habitantes en 2014 y la proyección fue de 62 para 2015, aunque están pendientes las cifras definitivas.
Sin estar en guerra, esta nación sufre un masivo desplazamiento humano interno por la violencia del crimen organizado o las “maras”. Por la inseguridad, unas 174 mil personas fueron obligadas a desplazarse internamente de 2004 a 2014, según un informe de la Secretaría de Derechos Humanos, Justicia y Gobernación del país difundido a finales de 2015 que señaló que se trata de un “movimiento ‘gota a gota’ de personas o familias que abandonan su comunidad con discreción y cautela para pasar desapercibidas de los ojos de los actores armados de los que huyen”.
Vecinos violentos. Los hechos de violencia también son comunes en Guatemala, donde la estatal Procuraduría de Derechos Humanos informó que el país redujo su tasa de homicidios por 100 mil habitantes de 39 en 2013 a 37 en 2014, aunque la mayoría de los más de 6 mil muertos fueron adolescentes y jóvenes.
“A nivel nacional, la causa número uno de muerte de guatemaltecos en hechos criminales es el arma de fuego, específicamente en hombres de 16 a 30 años”, dijo el guatemalteco Roberto Garza, asesor del Instituto de Ciencias Forenses de Guatemala y quien subrayó la urgencia de “enlazar los sistemas de justicia” de todos estos países “para indagar las armas ilegales que entran a Guatemala, Honduras y El Salvador, o los intercambian entre estructuras criminales con una coordinación que las autoridades no tenemos”.
La inseguridad ha arrastrado incluso a una nación tradicionalmente pacífica, como Costa Rica, donde los tiroteos callejeros entre narcopandilleros que disputan territorios incrementaron los homicidios en 2015 a más de 560. Mientras, en Nicaragua se vive una epidemia de violencia contra las mujeres, con 34 feminicidios en el primer semestre de 2015.
“Los centroamericanos no merecen vivir en el pánico de esta guerra criminal”, aseveró Lina Barrantes, directora ejecutiva de la (no estatal) Fundación Arias para la Paz de Costa Rica, en una región donde la violencia es una vieja compañera de viaje.