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Con menos brillo y lustre que en 2008, cuando el republicano John McCain la quiso utilizar como su arma secreta y como compañera de fórmula a la presidencia, Sarah Palin, ex gobernadora de Alaska, vuelve al escenario de las campañas electorales, tras anunciar su respaldo a Donald Trump. ¿Su misión? Convertirse en compañera de viaje en la lucha del magnate por la presidencia de Estados Unidos.
Transformados en pareja de contienda, el dúo Trump-Palin garantizará elevadas cuotas de audiencia en el primer tramo de las primarias por la nominación del Partido Republicano.
Sin embargo, ningún analista o experto le concede una larga vida a este “matrimonio por conveniencia” en la larga y complicada batalla por la presidencia con miras a las elecciones de noviembre próximo.
Los expertos tampoco ven viable que el magnate designe a Palin como candidata a la vicepresidencia. “Este es un movimiento de Trump para ganar en Iowa y New Hampshire y para conseguir que nadie lo detenga después de esos dos estados. Pero dudo que, a pesar de Palin, lo consiga”, aseguró a EL UNIVERSAL Larry Sabato, uno de los más respetados analistas de la Universidad de Virginia.
El regreso de Palin a los reflectores se produjo en medio de una operación muy bien orquestada. Poco antes de su encuentro con Trump en Iowa, el locutor de radio Rush Limbaugh, considerado como el altavoz del Tea Party, el movimiento más conservador en el seno del Partido Republicano, anunció en su programa que Palin ofrecería su respaldo a Trump.
“Esto va a ser muy grande y uno de los más decepcionados será Ted Cruz”, aseguró Limbaugh ante su audiencia para confirmar los planes de Trump de evitar a toda costa la victoria de Cruz, su más serio adversario, a decir por las encuestas de Iowa y New Hampshire.
Tras el anuncio de Palin, los sondeos confirmaron lo acertado de esta estrategia. Según Real Clear Politics, Trump ha consolidado su liderazgo en las encuestas con 27.9% en Iowa y 32.2% en New Hampshire.
“Trump le pidió ayuda a Palin porque sabe que es popular entre los evangelistas y la gente del Tea Party. Esa es la tarea específica de Palin. Pero dudo mucho que este matrimonio pueda ir más allá porque Palin es una figura muy popular entre la base más conservadora, pero muy polémica entre el resto de la base electoral republicana y Trump es muy radiactivo para la base moderada y los independientes”, añadió Sabato, quien concede una corta vida a esta alianza.
Como un mago acostumbrado a sacar el conejo del sombrero, Trump ha conseguido convertir a Palin en un ariete eficaz para asestar un duro golpe a Cruz, senador por Texas.
El golpe ha conseguido hacer tambalear a Cruz y al resto de sus contrincantes cuando sólo faltan unos días para la cita electoral en Iowa el próximo 1 de febrero. Una semana después tendrán lugar las elecciones primarias de New Hampshire.
En un intento por recuperarse del golpe asestado, Cruz ha anunciado que el popular comentarista de televisión Glenn Beck, una estrella del movimiento del Tea Party, estará a su lado durante varios mítines de campaña.
Sin embargo, para la mayoría de los observadores resulta poco probable que la ayuda de Beck será suficiente para que Cruz pueda frenar el avance de Trump y con ello evitar su humillante derrota en el primer tramo de la lucha por la nominación.
Entre sus más cercanos colaboradores, Trump ha hecho correr la versión de que “si ganamos en Iowa y New Hampshire, seremos capaces de controlar todo el proceso”.
El optimismo de Trump, que ha sorprendido a muchos por sus capacidades como estratega electoral, no es compartido por quienes consideran que una alianza como la alcanzada por Trump y Palin difícilmente convencerá a las mayorías en Estados Unidos en noviembre.
“Francamente creo que se ha exagerado el apoyo de Palin a Trump. Si nos atenemos a las cifras, es muy difícil que Palin consiga aumentar la cuota de electores. Por tanto, es muy difícil decir que afectará en uno o en otro sentido su participación en el arranque de estas primarias”, dijo a EL UNIVERSAL Rob Griffin, un experto en demografía y procesos electorales del Center For American Progress (CAP).
“Hay que tener en cuenta que Sarah Palin ha estado fuera de un cargo público durante más de 7 años, ha asumido un perfil más discreto después de haber tenido programas de televisión y finalmente es muy poco probable que la mayoría del electorado en Estados Unidos le conceda una importancia real al hecho de que Palin ha decidido sumarse a la campaña presidencial de Trump.
“Esta es una información que sólo ha causado impacto entre el sector más conservador del Partido Republicano”, añadió Griffin.
Daños a futuro
“En otras palabras, creo que el apoyo de Palin a Trump en el corto plazo no le hará daño, pero en el largo plazo será causa de muchos problemas”, como los que experimentó John McCain en 2008 cuando vio cómo su campaña se fue a pique ante el avance de Barack Obama, concluyó el especialista.
Aunque es muy posible que Trump se haga con la ventaja de salida en las primarias de Iowa y New Hampshire los próximos 1 y 9 de febrero respectivamente, la gran pregunta es si acaso conseguirá mantener el apoyo no sólo de la base electoral republicana, sino de los barones del partido que lo ven como una amenaza para las elecciones generales de noviembre próximo.
“Si Trump se hace con la nominación del Partido Republicano, es muy posible que se convierta en un desastre en las elecciones generales de noviembre”, consideró Griffin al aludir a la escasa popularidad y elegibilidad de que goza el magnate entre los electores independientes y los llamados demócratas de Reagan, quienes suelen cruzar la línea para apoyar a un candidato republicano.
“Dudo mucho que Trump sea capaz de atraer el voto de los independientes y si a ello sumamos el bajo apoyo que tiene entre las minorías [como la hispana] es muy difícil que pueda conquistar la Casa Blanca”, concluyó.