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El Nombre de Dios es Misericordia, el primer libro escrito por el papa Francisco en su pontificado, se publicó ayer de forma simultánea en 86 países y ha sido traducido a 16 idiomas.
No se trata de un libro escrito íntegramente por el Sumo Pontífice de la Iglesia católica, sino del resultado de una entrevista de 40 preguntas grabada el año pasado con el periodista italiano experto en el Vaticano Andrea Tornielli.
El contenido incluye temas religiosos como la confesión y la compasión, pero también asuntos algo más espinosos como la homosexualidad, la corrupción y la globalización.
En sus páginas, Francisco llama a todos a tener compasión, ya que en el mundo actual, destaca, es importante luchar contra la “globalización de la indiferencia”. También se hace referencia a otros temas a los que el Papa da suma importancia, como la pobreza, el tráfico de personas y la discriminación, todas “enfermedades sociales”, según describe, que pueden ser aliviadas con el amor al prójimo.
El libro, que se publica a comienzos del Año Santo dedicado a la misericordia, fue presentado por el secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin, y el actor ganador de un Oscar Robert Benigni (La Vida es Bella), que aseguró que la publicación era “hermosa” y elogió que fuese fácil de leer.
Francisco vuelve a recordar que la misión de la Iglesia es la de acoger y no apartar y para ello pone también el ejemplo de los homosexuales o los divorciados vueltos a casar.
“La persona no se define tan sólo por su tendencia sexual: no olvidemos que somos todos criaturas amadas por Dios, destinatarias de su infinito amor. Yo prefiero que las personas homosexuales vengan a confesarse, que permanezcan cerca del Señor, que podamos rezar juntos. Puedes aconsejarles la oración, la buena voluntad, señalarles el camino, acompañarlos”, responde Francisco sobre la posición de la Iglesia respeto a los gays.
La fuerza del libro está en la sencillez del lenguaje del Papa y en los ejemplos de cotidianeidad y testimonios de su vida. Francisco habla en sus respuestas de la necesidad de respetar la dignidad de todos, de las prostitutas, de los presos, con quienes siente cercanía especial pues confiesa que la pregunta que se hace entra en una cárcel: “¿Por qué ellos y no yo?”. “Pecadores sí, corruptos no”, es otro de los capítulos del libro, en los que el Pontífice critica sin tapujos la corrupción.