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El papa Francisco llama a los líderes católicos a ser pastores compasivos de una “humanidad herida”, no eruditos altivos rápidos para condenar y excluir a personas que no obedecen las enseñanzas de la Iglesia, en un nuevo libro que se publicará esta semana.
El libro, titulado El Nombre de Dios es Misericordia, no entra en terrenos nuevos, pero es una reafirmación convincente de los temas que el Papado de Francisco comunicó en un lenguaje simple en una conversación con el veterano periodista italiano Andrea Tornielli.
En el libro de 150 páginas, Francisco también repitió su frase citada a menudo: “¿Quién soy yo para juzgar?” al hablar sobre los homosexuales y dijo que “las personas no deberían ser definidas sólo por sus identidades sexuales”.
“Parafraseé entonces de memoria el Catecismo de la Iglesia católica, donde se explica que estas personas deben ser tratadas con delicadeza y no deben ser marginadas”, apunta.
“Sobre todo me gusta que se hable de ‘personas homosexuales’, porque primero está la persona, con su dignidad. La persona no es sólo definida por su tendencia sexual: No olvidemos que somos todos criaturas amadas por Dios, destinatarias de su infinito amor”, prosigue.
El libro de preguntas y respuestas, que será lanzado mañana, coincide con el Jubileo de la Misericordia, durante el cual los mil 200 millones de católicos romanos del mundo son llamados a buscar el perdón y a perdonar. La obra se publicará en más de 80 países, aunque ayer los medios italianos difundieron algunos extractos.
Contra corruptos. El papa Francisco critica también con firmeza la corrupción. “Hay que hacer una diferencia entre el pecador y el corrupto. El primero reconoce con humildad ser pecador y pide continuamente el perdón para poderse levantar, mientras que el corrupto es elevado a sistema, se convierte en un hábito mental, en un modo de vida”, dice.
Según Francisco, “el corrupto es quien peca, no se arrepiente y finge ser cristiano; quien se lamenta por la escasa seguridad en las calles, pero después engaña al Estado evadiendo impuestos. Con su doble vida, escandaliza”.
“No es fácil para un corrupto salir de esta condición para realizar una reflexión interior. Generalmente, el Señor lo salva a través de grandes pruebas de vida, situaciones que no pueden evitar (...) Hay que repetirlo: pecadores sí, corruptos no”, dice.
Bergoglio reflexiona también sobre la situación en la que se encuentran los divorciados vueltos a casar, los procesos de nulidad matrimonial o los presos que cumplen condena en las cárceles.
Para hablar de los divorciados que se han vuelto a casar, uno de los asuntos que más controversia suscita entre los sectores progresistas y conservadores de la Iglesia católica, el Papa pone como ejemplo el caso de una sobrina.