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Corea del Sur y Japón alcanzaron ayer un acuerdo histórico para solucionar su conflicto sobre las “mujeres de confort” o esclavas sexuales, mujeres coreanas forzadas por el ejército nipón a prostituirse desde los años 30 del siglo pasado y sobre todo al final de la II Guerra Mundial (1939-1945).
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, consideró que este pacto marca una “nueva era” en las relaciones entre los dos países, contaminadas desde hace décadas por esta espinosa cuestión.
“Japón y Corea del Sur darán la bienvenida a una nueva era”, dijo Abe a los periodistas después de hablar por teléfono con la presidenta sudcoreana, Park Geun-Hye. “Ambos países cooperarán juntos sin obstáculos”, añadió.
Japón aceptó pagar mil millones de yenes (8.7 millones de dólares) de indemnización a las decenas de esclavas sexuales aún vivas, conocidas con el eufemismo de “mujeres de confort”.
“El sistema de mujeres de confort (...) tuvo lugar por la implicación del ejército japonés (...) y el gobierno japonés es plenamente consciente de su responsabilidad”, declaró el lunes a los periodistas el ministro japonés de Asuntos Exteriores, Fumio Kishida, después de unas conversaciones en Seúl con su homólogo sudcoreano, Yun Byung-Se.
Abe expresó a las víctimas “sus disculpas y su arrepentimiento desde el fondo de su corazón”, añadió Kishida. Este acuerdo será “definitivo e irreversible” si Japón asume sus responsabilidades, dijo Yun Byung-Se.
Varios conflictos pesan desde hace tiempo sobre las relaciones entre Seúl y Tokio. Pero el caso de las 46 esclavas sexuales sudcoreanas aún vivas es extremadamente sensible en Corea del Sur.
Desde su llegada al poder en 2013, la presidenta sudcoreana Park Geun-Hye adoptó una posición dura ante el tema, y hace poco presentó este desacuerdo como el “mayor obstáculo” para la mejora en las relaciones bilaterales.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, felicitó a Japón y Corea del Sur por este acuerdo y expresó su esperanza de que “sirva para mejorar las relaciones entre los dos países”.
“Felicita a la presidenta de la República de Corea, Park Geun-hye, y al primer ministro de Japón, Shinzo Abe, por su liderazgo y sus ideas para mejorar la relación entre los dos países”, dijo el portavoz de Ban en un comunicado.
La mayoría de los historiadores consideran que hasta 200 mil mujeres, la mayoría coreanas pero también chinas, indonesias y habitantes de otros países asiáticos, fueron sometidas a esclavitud sexual por el ejército imperial durante la Segunda Guerra Mundial.
La posición de Japón, que ocupó la península de Corea de 1910 a 1945, era hasta ahora la de considerar que este asunto se solucionó en 1965 con el acuerdo que restableció los lazos diplomáticos entre Tokio y Seúl.
Japón reconoció en 1993 su culpabilidad en la explotación sexual de estas mujeres, cuando fue creado un fondo para pagarles compensaciones, pero este fondo fue financiado con donaciones privadas, y no por el gobierno japonés, para mayor consternación de Seúl.
Corea del Sur estimaba que el acuerdo de 1965 no compensaba de forma individual a las víctimas de los crímenes de guerra del ejército nipón y siguió exigiendo un verdadero arrepentimiento.
¿Presiones estadounidenses? Estados Unidos, por su parte, instaba a sus dos aliados a solucionar su conflicto lo más pronto posible, más preocupado por que los dos se centren en buscar una respuesta a las grandes ambiciones de China en la región.
“Aplaudimos a los líderes de Japón y la República de Corea (nombre oficial de Corea del Sur) por tener el coraje y la visión para alcanzar este acuerdo, y pedimos a la comunidad internacional que lo apoye”, dijo el secretario de Estado de EU, John Kerry, en un comunicado.
De manera paralela, la asesora de seguridad nacional de la Casa Blanca, Susan Rice, dijo que EU apoya la aplicación del acuerdo y destacó que “es un importante gesto de cicatrización de heridas y reconciliación”.
Según indicó un alto funcionario estadounidense en una rueda de prensa telefónica, el acuerdo y la disculpa formal de Japón “abre la puerta a una nueva era” en las relaciones entre esos dos aliados de Washington en el noreste asiático, y fortalece la postura en asuntos de interés común.
“Todo impedimento para la cooperación y entendimiento entre aliados de Estados Unidos es un lastre estratégico para los intereses estadounidenses”, explicó el alto funcionario, quien destacó que esta nueva fase de las relaciones entre Seúl y Tokio refuerza las posiciones frente a Corea del Norte y sus provocaciones.