Taipei.— A su vuelta de la histórica cumbre con el presidente chino Xi Jinping en Singapur, el primer mandatario de Taiwán Ma Ying-jeou, dijo a los periodistas a bordo del avión presidencial, que se habían logrado “sus objetivos”.

Ma, quien también se entrevistó con el primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, tras cenar con Xi, explicó que “lo más importante era que finalmente se produjera el encuentro de los líderes de ambas partes” y que “estuviesen dispuestos a un franco diálogo”.

“Aún hay muchos temas que resolver”, dijo Ma, a lo que añadió que en los últimos años se han solucionado muchas cuestiones y que, ahora, cuando surge un problema, existen plataformas a alto nivel para comunicarse y negociar.

El presidente taiwanés, acusado por la oposición de hacer concesiones a China para posibilitar la cumbre, subrayó que no sólo no era ese el caso, sino que había sacado temas muy sensibles para Beijing. Habló de “la amenaza bélica” y de “los misiles” que pueden alcanzar a Taiwán y sobre la preocupación de los taiwaneses al respecto.

“La respuesta de Xi no me satisfizo, pero al menos se sacó este tema”, dijo y prometió en la reunión continuar los lazos con China sobre la base del Consenso de 1992 y oponerse a la independencia formal de la isla.

La candidata presidencial del opositor Partido Demócrata Progresista (PDP), Tsai Ing-wen, favorita para las presidenciales de 2016 dijo: “Lamentamos que el único resultado de la reunión Ma-Xi busque enjaular a Taiwán en un marco político que restringe el derecho de los taiwaneses a elegir su futuro”.

Tsai no acepta el “Consenso de 1992”, aunque promete, que en caso de ser elegida, mantendrá el status quo con China y respetará la Constitución de la isla, proclamada en 1947, que incluye a China continental en su territorio y usa como nombre oficial “República de China”.

También, los políticos y medios críticos del acercamiento taiwanés a China, subrayaron las deficiencias y limitaciones en los logros del encuentro.

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