Singapur.— China y Taiwán no deben permitir que quienes abogan por la independencia de Taiwán los dividan, dijo ayer el presidente chino Xi Jinping a su homólogo taiwanés, Ma Ying-jeou, en la primera reunión de líderes de los dos países desde el final de la guerra civil china en 1949, y que sellaron con un largo apretón de manos.

Xi y Ma se encontraron en terreno neutral en la ciudad estado de Singapur, en el sureste asiático. Ambos caminaron hasta encontrarse en un salón del hotel, con un fondo amarillo liso flanqueado por palmeras. No podía usarse el rojo, muy habitual en acontecimientos públicos en China, porque simboliza a los comunistas, ni tampoco el azul y blanco, presentes en la vieja insignia estrellada del partido nacionalista Kuomintang que ha gobernado Taiwán durante décadas (con un paréntesis entre 2000 y 2008).

La cumbre giró en torno a “cómo consolidar los consensos de 1992 para consolidar la paz”, destacó Ma a los cerca de medio millar de periodistas que cubrieron el histórico encuentro, y quienes fueron testigos de un apretón de manos que duró unos 82 segundos.

La reunión tuvo como principales resultados promesas de desarrollo futuro de las relaciones si no hay una declaración de independencia en Taiwán, y dentro del respeto al llamado “consenso de 1992”.

Esta ambigua fórmula, que permite a ambas partes decir que pertenecen a China pero se reservan el derecho a definirla a su manera, “ha hecho posible el diálogo y ha logrado frutos notables”, aseguró Ma.

El encuentro, que se estuvo preparando durante dos años hasta que fue anunciado por sorpresa en la medianoche del pasado martes, transcurrió por una coreografía cuidadosamente planificada, en un ambiente muy cordial y con ambos líderes dirigiéndose entre sí como “señor” a fin de evitar el uso de la palabra “presidente” y sus implicaciones legales.

Xi aludió al viejo sueño chino de unificarse con Taiwán al decir que “ninguna fuerza nos puede separar porque somos hermanos que seguimos unidos por nuestra carne aunque nuestros huesos estén rotos; somos una familia en la que la sangre es más espesa que el agua”. “Hoy damos un paso histórico”, subrayó Xi, quien aludió en varias ocasiones a la trascendencia de esta cumbre y dijo que “somos responsables ante la historia y debemos tomar decisiones sabias”.

En respuesta, Ma dijo que estaba decidido a promover la paz a través del estrecho de Taiwán, pero que las relaciones deberían estar basadas en la sinceridad, la sabiduría y la paciencia.

Ma también pidió a Xi de forma indirecta respetar la democracia de Taiwán. “Ambas partes deben respetar los valores y la forma de vida de la otra para garantizar el beneficio mutuo y una situación en la que todos ganen en ambos lados del estrecho”, dijo.

En una rueda de prensa por separado, Ma explicó que había buscado el apoyo chino al ingreso de la isla en los acuerdos comerciales regionales TPP (región del Pacífico) y RCEP (Asia y Sureste Asiático), así como la eliminación de presiones diplomáticas de Beijing contra la participación internacional de Taiwán. Xi, según Ma, respondió de forma positiva a las peticiones de participación internacional e ingreso en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII) si Taipei no avanza hacia el independentismo.

El presidente taiwanés también pidió a Xi la retirada de los aproximadamente mil 500 misiles chinos que actualmente apuntan a la isla, ya que China mantiene en vigor una ley que no descarta el uso de la fuerza si Taiwán declara su independencia.

Ma añadió que ambas partes coincidieron en que “no cabe el independentismo” de Taiwán, ya que “va contra la Constitución”.

En Estados Unidos, John Kirby, portavoz del Departamento de Estado, dijo en un comunicado que el país da la bienvenida al encuentro entre Xi y Ma y externó su deseo de que esas relaciones avancen con base en “la dignidad y el respeto”.

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