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París
Para hacer frente a las alteraciones climáticas a escala planetaria y contener sus repercusiones económicas, sociales y medioambientales, se reúnen a partir de hoy en París, Francia, y hasta el próximo 11 de diciembre, representantes de 195 Estados en la 21 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP21).
El objetivo es contener el aumento de la temperatura global de la Tierra por debajo de dos grados centígrados a través de un pacto que conduzca a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global. “Haremos todo lo posible para alcanzar en París un acuerdo climático ambicioso”, asegura el presidente francés François Hollande de cara a la conferencia de París, una capital sometida a una estrecha vigilancia y en estado de emergencia tras los atentados yihadistas del 13 de noviembre pasado que dejaron 130 muertos.
Si bien desde la histórica Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992 (la cual marcó el inicio de la lucha coordinada contra el cambio climático), se han registrado avances en la estrategia contra las emisiones contaminantes, éstos han sido aislados e insuficientes para contener los retos del calentamiento del planeta, aseguran investigadores como el profesor David Mackay, de la Universidad de Cambridge y antiguo asesor científico del Departamento de Energía y Cambio Climático de Reino Unido.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) pronostica que de continuar con la actual estrategia, la temperatura media del planeta subirá 2.7 grados centígrados en el horizonte de 2100.
“Es superior a lo que la Tierra puede soportar, las implicaciones serán catastróficas para todos”, alertó el jefe economista de la AIE, Fatih Birol, en una conferencia celebrada el mes pasado en Bruselas por el think tank Friends of Europe.
A diferencia de las anteriores COP, desde Berlín en 1995 hasta Lima el año pasado, los Estados no llegan a París con las manos vacías, dice el director de Políticas Energéticas del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Stephan Singer, a EL UNIVERSAL.
Dos semanas antes de la cumbre ministerial, 156 países que en conjunto emiten más de 90% de las emisiones contaminantes han comunicado a Naciones Unidas sus compromisos de mitigación y adaptación ante el cambio climático entre 2020 y 2030.
Usando como base las emisiones de 2005, Estados Unidos y la Unión Europea reducirían anualmente emisiones de gases de efecto invernadero en 2.8% durante ese periodo, mientras que Australia y Canadá, alrededor de 1.8% y 1.7%, según el World Resources Institute.
“Nunca antes habíamos tenido un grupo tan numeroso de países asumiendo compromisos concretos en un plazo específico. Estamos avanzando en la dirección correcta, pero aún es insuficiente”, sostiene Singer.
“La cumbre de París debe sentar las bases para una nueva forma de cooperación internacional para acelerar la transición a una economía viable, limpia y en la que se puedan alcanzar más logros trabajando juntos que de manera individual”, dice a EL UNIVERSAL Jennifer Morgan, directora del Programa Climático del World Resources Institute.
Un requisito para el éxito
Los expertos coinciden en que París será un éxito si los líderes pactan un acuerdo vinculante que incluya objetivos de largo plazo para avanzar hacia una economía global más limpia. Además, el acuerdo debe contar con un marco presupuestal para impulsar la acción climática y la introducción de un mecanismo de supervisión que permita revisar el progreso alcanzado cada cinco años.
“Si la UE y los ecologistas se aferran a un acuerdo [vinculante] que implique la ratificación por parte del Congreso estadounidense, París será un desastre y no pasaremos de tener otro papel de buenas intenciones”, advierte en entrevista con este diario Jorgen Henningsen, antiguo jefe de las negociaciones climáticas de la Comisión Europea y uno de los arquitectos del fallido y ambicioso Protocolo de Kioto, adoptado en la más célebres COP, en 1997.
“Para progresar debemos adoptar una visión focalizada, porque si trabajas de manera separada con el sector del papel, cemento, automotriz, acero y otros de capital intensivo de Japón, Corea, China y Estados Unidos, reducirás sustancialmente las emisiones. Pero debe ser una acción coordinada, porque nadie quiere actuar por miedo a perder competitividad”.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) concluyó en su más reciente reporte que los patrones climáticos están cambiando como consecuencia de actividades humanas, como es el caso de la quema de combustibles fósiles. El organismo de la ONU adelantó que un aumento de la temperatura media de la Tierra de entre 0.3 y 4.8 grados centígrados puede alterar los patrones climáticos, teniendo repercusiones en la disponibilidad del agua y los alimentos, así como en la salud pública.
Entre los cambios climáticos que podrían registrarse figura la intensificación de los fenómenos extremos, como inundaciones, tormentas y sequías. También se teme que el deshielo de las partes más frías del planeta aumente el nivel del mar, inundando zonas costeras pobladas por más de 280 millones de personas.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Meteorología (OMM), pese a las alertas científicas, las emisiones de dióxido de carbono continúan aumentando. La cantidad de gases de efecto invernadero registró un nuevo máximo histórico en 2014, alcanzando 397.7 partes por millón (ppm).
“El fracaso no es opción. París representa una oportunidad para que todos los países den una respuesta colectiva al cambio climático. Mediante el envío de señales claras y la adopción de rigurosas normas internacionales es posible romper la parálisis y crear una nueva dinámica en el debate nacional e internacional”, asegura Jennifer Morgan.