El presidente francés, François Hollande, respondió a la declaración de guerra del Estado Islámico (EI) intensificando los bombardeos contra la ciudad siria de Al-Raqqa, la autoproclamada capital de los yihadistas.

La Fuerza Aérea francesa castigó la guarida de los fundamentalistas empleando 10 aviones de combate Dassault Rafale y Mirage y lanzando unas 20 bombas. En un comunicado el Ministerio de Defensa informó que el objetivo fue destruir un centro de mando, un campo de adiestramiento yihadista y un almacén de municiones.

El asalto fue coordinado desde Emiratos Arabes Unidos y Jordania, en donde la Fuerza Aérea francesa tiene presencia. En la operación también participó Estados Unidos.

Hollande justificó la intervención alegando “legítima defensa” contra la amenaza terrorista que constituye el Estado Islámico. Lo secundó el ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius: “No podemos dejar los ataques del Estado Islámico sin reacción”.

Francia se implicó en el conflicto sirio en septiembre, cuando lanzó su primer ataque contra el grupo terrorista.

Un análisis de la firma de inteligencia global Stratfor advierte que “Francia dispone de numerosas opciones para vengarse”. De acuerdo con el centro de investigación, el gobierno galo tiene varios frentes abiertos contra el fundamentalismo islámico, uno de ellos está en el norte de África, en la zona del desierto de Sahel. Además, desde finales de 2014 tiene desplegados unos tres mil soldados en la zona para apoyar a tropas de Mali, Mauritania, Burkina Faso y Chad en la lucha contra la insurgencia islamista.

En tanto, funcionarios iraquíes de inteligencia habían advertido a integrantes de la coalición encabezada por Estados Unidos que combate al EI sobre acciones inminentes de esa organización armada un día antes de los ataques en París, señaló la agencia AP. La inteligencia iraquí envió un mensaje en el que afirmaba que el líder de ese grupo, Abu Bakr al-Baghdadi, había ordenado atacar en los próximos días con bombas u otros medios a los países de la coalición, así como a Irán y Rusia.

Tras los culpables. El ciudadano franco-belga Abdeslam Salah se convirtió ayer en el hombre más buscado en toda la Unión Europea, luego de ser involucrado por la justicia francesa con los ataques terroristas en París.

El sujeto de 26 años, nacido en Bruselas y señalado como “extremadamente peligroso”, al parecer es hermano de dos terroristas ligados a los actos, uno de ellos murió en los atentados suicidas y el otro está detenido en Bélgica.

Su nombre fue difundido por la Policía Nacional francesa mediante una ficha de captura enviada a los países miembros de la Unión Europea. Funcionarios dijeron que la policía francesa interrogó a Salah en un retén y luego lo liberó por error. Francia ha lanzado una alerta a sus vecinos, especialmente España y Bélgica, ante el riesgo de que el extremista tratara de infiltrarse en su territorio.

Los primeros elementos de la investigación conducen a Bélgica y también han echado la luz sobre la posibilidad de que terroristas sirios se estén infiltrando a Europa por la ruta de refugiados. La policía confirmó que encontró un pasaporte sirio cerca del cuerpo de un atacante suicida. El documento habría sido usado para entrar a Grecia en octubre y, días después, cruzar por Serbia.

La procuraduría francesa igualmente dio a conocer que tres de los suicidas eran de origen francés, dos de ellos vivían en Bélgica, aunque no divulgó sus nombres. El tercero fue identificado como Ismael Omar Mostefai, un parisino de 29 años, de raíces argelinas.

Mostefai fue uno de los tres suicidas responsables de la masacre perpetrada en la sala de conciertos Bataclan, en la que perdieron la vida 89 personas. Fue identificado luego de estudios de laboratorio realizados a un dedo seccionado encontrado en el recinto.

En total, han sido detenidas 14 personas con relación a los atentados, siete de ellas del entorno de Mostefai en Francia y el resto en el barrio bruselense de Molenbeek. Tres equipos de terroristas actuaron coordinados para ejecutar la ofensiva que duró 33 minutos. Siete terroristas murieron, uno fue asesinado y los restantes seis se suicidaron con explosivos. Al principio se habló de ocho atacantes muertos.

El último saldo divulgado por la policía, es de 129 muertos y 352 heridos, 99 de ellos en estado crítico.

Falsa alarma desata pánico. La capital francesa trataba de reponerse ayer de lo inimaginable mostrándose unida ante el terrorismo. Miles de parisinos salieron a las calles para mostrar de diversas formas que no tienen miedo.

Unos lo hacían cantando y gritando “solidaridad, solidaridad” en la Plaza de la República, o prendiendo veladoras y llevando flores a los altares improvisados en los puntos de los atentados. Otros acudieron masivamente a una ceremonia convocada en la catedral de Notre Dame a la memoria de las víctimas.

Pero el ambiente de confianza que se sentía en Plaza de la República de pronto se vio apoderado de una ola de pánico, desatando una estampida que sorprendentemente no dejó lesionados.

“¡Vete, vete!”, “están disparando”, “Dios mío, que pasa en París”, gritaba la gente que corría por bulevar Richard Lenoir, en donde se ubica la sala de conciertos Bataclan. La gente corría aterrorizada, gritando, llorando y buscando refugios en cafés, restaurantes, hoteles y hasta debajo de vehículos.

Si bien la alerta resultó ser falsa, ilustró la tensión que se siente en la ciudad luego de los atentados y a pesar de la fuerte presencia de seguridad en las calles.

El Congreso francés tiene previsto celebrar hoy una reunión extraordinaria para abordar los retos de seguridad tras los ocho ataques coordinados que sacudieron París. También hoy Francia guardará un minuto de silencio al mediodía local en memoria de las víctimas.

Con información de agencias

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