La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, prepara su despedida del poder a un mes de que se realice la ceremonia que marcará el fin de sus ocho años de gobierno.

El próximo 10 de diciembre, la abogada de 62 años le entregará la banda presidencial al candidato que gane la segunda vuelta del próximo 22 de noviembre.

Por ahora, las encuestas anticipan el triunfo del opositor Mauricio Macri, lo que implicaría una derrota de la presidenta que a mediados de año decidió, de manera solitaria, que el candidato oficialista sería Daniel Scioli.

Pero aunque el gobernante Frente para la Victoria pierda las elecciones, Fernández de Kirchner se irá envuelta en la mitificación que logró construir en un sector de la sociedad junto a su fallecido esposo y antecesor, Néstor Kirchner.

“Abrázame hasta que vuelva Cristina”, un grafiti que un simpatizante pintó en las calles de la ciudad de Rosario, se transformó en el emotivo mensaje de despedida de la mandataria, en una especie de plegaria militante para que vuelva a postularse en las elecciones de 2019.

Otro grupo de ciudadanos, por el contrario, celebra desde ahora la partida de una presidenta a la que despreciaron, calificaron con el despectivo apodo de “la yegua” y, en el caso más extremo, hasta le desearon la muerte.

Fernández de Kirchner comenzó a gobernar el 10 de diciembre de 2007, después de haber ganado las elecciones con el 45 por ciento de los votos, lo que le permitió convertirse en la sucesora de su esposo, con quien formó la pareja más poderosa de este siglo en Argentina.

La presidencia de Kirchner había terminado envuelta en altos niveles de popularidad por la reactivación de la economía del país, la cancelación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional y la reanudación de juicios contra los represores de la última dictadura militar, entre otras medidas.

El gobierno de su esposa, en cambio, tuvo problemas desde el principio, ya que en abril de 2008 una reforma impositiva provocó una crisis con las patronales agropecuarias que lograron, con el apoyo del vicepresidente Julio Cobos, echar abajo la reforma.

La derrota legislativa no paralizó a Fernández de Kirchner, quien luego retomó la iniciativa y estatizó las pensiones y jubilaciones, Aerolíneas argentina y la petrolera YPF, e impulsó una nueva ley de medios.

Estos ocho años de gobierno significaron también ocho años de la dura pelea que el kirchnerismo mantuvo con el Grupo Clarín, el multimedios más importante del país que dejó de ser aliado para convertirse en el principal opositor.

La presidencia de Fernández de Kirchner quedará marcada, además, por la muerte de su esposo, quien falleció el 27 de octubre de 2010, cuando se aprestaba a postularse nuevamente como presidente en las elecciones del año siguiente.

Ya viuda, la presidenta fue reelecta en 2011 de manera contundente, con un 54 % de los votos, y encabezó de manera solitaria un poder que deberá abandonar dentro de un mes, aunque nadie apuesta a su retiro político.

jlcg

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