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Washington.— El jefe de las fuerzas de Estados Unidos en Afganistán, general John Campbell, reconoció ayer que el trágico bombardeo de las fuerzas de su país que el sábado costó la vida a 22 personas en un hospital de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Afganistán fue un “error”, y confirmó que las fuerzas militares afganas no están aún preparadas para enfrentar por sí mismas la amenaza talibán.
“Proveímos apoyo aéreo a fuerzas afganas que lo requirieron. La decisión del ataque aéreo fue una decisión de EU realizada por la cadena de mando estadounidense”, dijo Campbell en una audiencia en el Senado estadounidense. “Un hospital fue golpeado por error. Nunca marcaríamos como objetivo de manera intencional una instalación médica protegida”, explicó.
El general admitió que quizá ha llegado el momento de estudiar un plan B en medio de un caótico proceso de transición que le ha obligado a presentar a consideración de la Casa Blanca y a los altos mandos del Pentágono distintas opciones para ajustar el repliegue de las tropas de EU de Afganistán hacia fines de 2016, tal y como lo anunció el presidente Barack Obama en 2014.
“He ofrecido a mi cadena de mando varias opciones para nuestro futuro en 2016 y más allá”, confirmó Campbell.
“El presidente [Obama] es consciente de la frágil situación de seguridad”, dijo el general Campbell en alusión a un año de intensos combates en los que las fuerzas de los talibán y otros grupos extremistas como el Estado Islámico (EI) han comenzado a poner a prueba al ejército afgano que se ha quedado sin el respaldo militar de tropas estadounidenses.
Tras el ataque en Kunduz, el general Campbell señaló que las inconsistencias de las fuerzas de seguridad afganas y sus deficiencias han quedado patentes. “Deben mejorar sus capacidades de inteligencia, mando y control, así como una mejor utilización de sus fuerzas. Ellos no poseen el poder de combate necesario y números para proteger por sí mismos a todo el país”, dijo. Enseguida, advirtió: “Si fallamos en esta misión, Afganistán se convertirá en un santuario para Al-Qaeda y otros terroristas… Si permitimos un vacío de seguridad, otros grupos extremistas como Daesh (acrónimo en árabe del EI) se expandirán por el centro y el sur de Asia”, dijo para defender así ante miembros del Senado la necesidad de revisar el plan de retiro de tropas anunciado por Obama desde 2014.
El secretario de Defensa Ashton Carter manifestó que el Pentágono “lamenta profundamente la pérdida de vidas inocentes” tras el ataque contra el hospital y que “a través de una investigación completa y transparente haremos todo lo que podamos para entender este trágico incidente, aprender de él y juzgar a los responsables como sea necesario”.
Apenas en marzo, el presidente confirmó sus planes para mantener una fuerza residual de 10 mil efectivos a lo largo de 2015 (después de haber tenido a más de 140 mil efectivos sobre el terreno) y de reducir esta fuerza hasta los mil efectivos a partir de 2017 para desarrollar labores de entrenamiento e inteligencia.
El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, confirmó ayer mismo que Obama analiza el informe que le presentó Campbell para decidir el futuro de la presencia militar de EU en Afganistán en 2016 y 2017.
El diario The Washington Post informó ayer, citando a fuentes gubernamentales no identificadas, que Obama analiza la posibilidad de dejar un contingente de hasta 5 mil efectivos en Afganistán más allá de 2016, lo que contravendría sus planes de retirar por completo las tropas de EU antes de terminar su mandato.
Sobre la posibilidad de una investigación independiente del ataque, Campbell dijo que es una decisión que corresponde al alto mando del Departamento de Defensa.
Desde su sede en Nueva York, MSF insistió en la necesidad de acometer una investigación independiente que no se quede en “una simple explicación de daños colaterales. Hasta que no se demuestre lo contrario, los eventos del sábado suponen una inexcusable violación de la ley internacional. Seguimos trabajando bajo la presunción de que estamos ante un crimen de guerra”, aseguró la doctora Joanne Liu, presidenta de MSF. Con información de DPA