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Brasilia.— La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, anunció ayer una esperada reforma de gabinete, en cuyo primer escalón ubicó a aliados del ex mandatario Luiz Inacio Lula da Silva, con lo que busca reducir gastos de gobierno y reunificar a la coalición aliada para frenar eventuales pedidos de destitución.
El cambio más relevante es la sustitución de Aloizio Mercadante, el más fiel escudero de la mandataria del Partido de los Trabajadores (PT), por Jaques Wagner, aliado de Lula, al frente del Gabinete Civil de la Presidencia, el principal ministerio de Brasilia.
En lo que fue admitido por la propia presidenta como un reacomodo necesario para fortalecer la coalición oficialista, el mayor socio del gobierno, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), al que pertenece el vicepresidente de la República, Michel Temer, amplió de seis a siete el número de carteras bajo su control.
“Una reforma también tiene el propósito de actualizar la base política del gobierno, buscando una mayoría que amplíe nuestra gobernabilidad, fortaleciendo las relaciones con los partidos y con los parlamentarios que nos dan sustento político”, dijo Rousseff al realizar el anuncio.
La reforma incluye una reducción de ministerios de 39 a 31, con 10 carteras eliminadas y dos nuevas que resultan de la fusión de algunas de las extinguidas.
En el marco de la reforma, el PT, en tanto, perdió la titularidad de tres ministerios, que fueron fusionados con otras carteras.
No obstante, con la designación de Wagner para el Gabinete Civil y Ricardo Berzoini para la nueva Secretaría de Gobierno —que surge de la fusión de la Secretaría General y la de Relaciones Institucionales, y se encargará de la articulación política del gobierno—, además de la permanencia de Edinho Silva al frente de la Secretaría de Comunicación Social, el sector interno del PT liderado por Lula, “Construyendo un Nuevo Brasil” (CNB), vuelve a estar presente en el núcleo duro del gobierno.
La reforma contempla también la eliminación de 30 secretarías y 3 mil cargos de confianza —los que otorgan los titulares o directores de organismos públicos sin mediar concurso—, la reducción del 10% de los salarios de los ministros y de la propia presidenta, y límites de gastos en los ministerios. El ahorro calculado por el gobierno a partir de la reforma es de 200 millones de reales (unos 50 millones de dólares) al año.
La salida de Mercadante y su sustitución por Wagner responden a presiones realizadas por el propio Lula, el PT y el PMDB, cuyos representantes en el Congreso no tenían buena relación con el brazo derecho de Rousseff. Mercadante volverá a dirigir el Ministerio de Educación, que ya comandó entre 2012 y 2014. Quien ocupaba esa cartera era el catedrático Renato Janine, destituido el miércoles.
En tanto, en el lugar de Wagner al frente de Defensa quedará el ex diputado Aldo Rebelo, del Partido Comunista do Brasil (PCdoB). Rebelo dirigía hasta ahora el Ministerio de Ciencia y Tecnología, que ahora pasa a manos del PMDB con el ex diputado Celso Pancera a la cabeza.
El PMDB —del que forman parte además los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado Nacional, Eduardo Cunha y Renan Calheiros, respectivamente— también obtuvo el Ministerio de Salud, que es el que posee el mayor presupuesto y será dirigido por el médico psiquiatra Marcelo Castro.
André Figueiredo, del Partido Democrático Laborista (PDT, por sus siglas en portugués) asumirá el Ministerio de las Comunicaciones, que estaba en manos de Ricardo Berzoini, del PT.
“Transcurridos nueve meses (de gobierno) Dilma se ve sitiada por Lula y por el PMDB. Para no caer, se rindió”, sintetizó el analista del portal UOL, Josias de Souza.
En tanto, un juez de la Corte Suprema en Brasil falló ayer a favor de que la policía federal interrogue a Lula como testigo en su investigación por el escándalo de corrupción que envuelve a la petrolera estatal Petrobras. El juez Teori Zavascki dijo en su decisión que Lula será escuchado como un “informante”. Si bien no se estableció plazo, la policía pretende escucharlo a más tardar en 80 días.