Aviones rusos despegaban desde la mañana del jueves de una base en el oeste de Siria, camino de una nueva ronda de ataques aéreos que han permitido a Moscú volver a presentarse como un actor global capaz de proyectar su poder militar lejos de sus fronteras.

Durante la noche, el Ministerio ruso de Defensa llevó en avión a la base siria a varios periodistas asentados en Moscú, ofreciendo a la prensa internacional una mirada de primera mano desde dentro de sus operaciones en Siria.

El viaje a la base siria se organizó el miércoles, el mismo día en que el Kremlin anunció que el presidente sirio, Bashar Assad, había visitado Moscú para reunirse con el presidente Vladimir Putin.

La visita de Assad, que tuvo lugar el martes por la noche, fue su primer viaje conocido al extranjero desde el inicio de la guerra en 2011 y generó intensos rumores sobre las motivaciones de ambos líderes.

En una señal de la campaña diplomática que orquesta, Rusia anunció también el miércoles que su canciller, Sergey Lavrov, se reunirá con el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, el viernes en Viena. Estarán acompañados por sus homólogos de Arabia Saudí y Turquía, ambos firmes críticos del gobierno de Assad.

Rusia realiza bombardeos diarios en Siria desde el 30 de septiembre para respaldar una ofensiva del gobierno sirio. Moscú afirma que ataca a grupos armados, especialmente al grupo Estado Islámico y otras agrupaciones extremistas.

Estados Unidos y otras voces críticas afirman que los ataques han golpeado a grupos que combaten a las fuerzas del presidente sirio, Bashar Assad, y que es probable que los bombardeos aviven la violencia.

Docenas de aviones esperaban aparcados en la base de Hemeimeem, ubicada cerca de la ciudad costera de Latakia. La gran base está protegida por sistemas de defensa aéreos, que podrían verse desplegados en sus inmediaciones. A los soldados rusos, vestidos con impolutos uniformes de desierto, se les prohibió hablar con los periodistas.

La base, situada cerca de la ciudad costera de Latakia, está protegida por sistemas de defensa aérea, perceptibles a su alrededor.

Al inicio de la campaña aérea Putin comprendía claramente que no iba a cambiar el curso del conflicto ni a ayudar a las fuerzas de Assad a hacerse con la victoria. Su objetivo parecía ser mostrar a todos los actores mundiales que no podrían derrocar a Assad por la fuerza y ayudar a cimentar el poder del gobierno de Damasco sobre los territorios que sigue controlando.

Otro de los objetivos de la intervención militar del mandatario ruso en Siria ha sido acercar a Moscú y Washington para conversaciones sobre seguridad en las que Rusia fuese tratado de igual a igual. La esperanza es que esto ayude a mejorar las relaciones y terminar con el aislamiento derivado de la crisis de Ucrania.

jlc

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