Como es bien sabido por el lector hace aproximadamente dos semanas la Federación de Rusia inició una operación antiterrorista de sus fuerzas aéreas en Siria. Ayudando a este país a acabar con el terrorismo, estamos protegiendo a todos los Estados de la región de una intervención exterior, previniendo la propagación ulterior en el mundo de la ideología misantrópica y de las prácticas de extremismo y terrorismo transfronterizo.

Rusia se guía en sus acciones por la Carta de la ONU y por los principios fundamentales del derecho internacional. Venimos a ayudar al legítimo gobierno de Siria, estamos actuando de acuerdo y a petición oficial de él, en seguimiento de la legislación nacional de Rusia. Estamos seguros de que la lucha contra los terroristas se tiene que llevar con una base jurídica universal y con el papel clave del Consejo de Seguridad de la ONU.

Muchas especulaciones hay por parte de nuestros oponentes de que las acciones de Rusia carecen del apoyo de la mayoría de los países. Algunos en el mundo árabe llegan a intentar amenazar con una yihad sunita mundial contra Rusia. No vale la pena asustarnos: como mostraron los encuentros en el marco del 70 periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, entre ellos, los del nivel más alto, muchos países se solidarizan con nosotros y no se sienten entusiasmados con la perspectiva de destrucción de la arquitectura de seguridad en la región, de que llegue al poder un impredecible “califato” extremista en vez de tradicionales Estados laicos. Hay que tener en cuenta que este nuevo “califato” no reconoce el derecho internacional, las fronteras de los Estados, ni los actuales valores de civilización que a nosotros nos parecen inquebrantables.

Las preconcebidas acusaciones que se hacen refiriéndose a nosotros, como si el terrorismo islámico en forma del Estado Islámico haya surgido en respuesta a nuestra “insistente aspiración” a mantener a Bashar al-Assad en el poder, no son ciertas. Lo cierto es lo otro: que el debilitamiento del poder en Siria bajo la influencia de intervención externa ha llevado a la creación de un vacío importante y a la aparición de zonas de anarquía en una gran parte del país que pronto se han llenado de terroristas. En el caso de que se vaya Al-Assad, no disminuirán los apetitos de las agrupaciones terroristas, pero sí se disminuirá la capacidad combativa del ejército sirio, la única fuerza que realmente hace frente a los terroristas. Estamos seguros de que una resistencia eficaz a la amenaza del terrorismo exige conservar las instituciones estatales de Siria, y eso será igualmente lo correcto con respecto a cualquier transformación política en este país.

Por cierto, a Rusia se le intenta reprochar que presuntamente no sepamos distinguir entre los rebeldes “buenos” y los “malos”. O que conscientemente no estemos bombardeando a los del EI sino, dicen, combatiendo en el interés del régimen de Al-Assad, contra el Ejército Sirio de Liberación, grupos de la “oposición moderada” o hasta contra la población civil. Más grandes infundios no se puede inventar. No pueden provocar más que perplejidad los intentos de presentar a Rusia en calidad de un cómplice del régimen de Al-Assad. Los que lo dicen deberían informarse más atentamente de los datos exhaustivos y absolutamente concretos del Ministerio de Defensa de la Federación de Rusia que se ofrecen regularmente sobre cada operación de las fuerzas aéreas rusas.

La realización de nuestra operación aérea en Siria tiene como objetivo excepcional la liquidación en ese país del foco del terrorismo. Y no vamos a llamar otra cosa que terroristas a los bárbaros armados que ejecutan a los cautivos, trafican personas y drogas, bombardean zonas residenciales, predican genocidio cultural y religioso. Para nosotros, todos ellos son terroristas, sean cuales sean las banderas que enarbolen. Rusia hace un llamamiento a formar un amplio frente antiterrorista, cuyos participantes se coordinarían flexible y eficazmente —previniendo, asimismo, acciones accidentales—, ayudarían a evitar víctimas entre la población civil y permitirían alcanzar lo más pronto posible los objetivos trazados. La misión de consolidar esfuerzos para la derrota de los terroristas exige unir las acciones de todos los que hoy en día luchan contra el EI, los ejércitos sirio e iraquí, los voluntarios kurdos y chiítas, grupos de sana oposición antiterrorista en Siria. Confiamos en que la iniciativa rusa de formar ese frente unido sería un factor indispensable para la lucha eficaz contra la amenaza del EI y ayudaría a parar el crecimiento de la crisis siria.

Encargado de Negocios a.i. de Rusia en México

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