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El senador Roy Barreras (52 años), del oficialista Partido de la U, es uno de los más férreos defensores de los acuerdos de paz que se construyen desde hace casi tres años en La Habana. En entrevista, el ex líder del Senado (2012-2013), aclara que “la paz tiene fecha” pero “aún falta para concretarla”. Principalmente, falta que “una oposición radical al acuerdo deponga las armas intelectuales y políticas”.
Senador, ¿estamos ante el final del proceso?
—Lo que ocurrió en días pasados en La Habana fue una gran noticia para América Latina. El último conflicto armado de la región, aquí en el corazón de América Latina, está llegando a su fin. El mundo vive una serie de conflictos terribles. Las guerras religiosas en Medio Oriente o los conflictos en África que son terribles. Pero en Colombia, donde el conflicto se cobró casi 250 mil víctimas, estamos construyendo la paz y tenemos que agradecer a la comunidad internacional por su aporte.
El final del acuerdo tiene fecha, el 23 de marzo, pero la lista de temas pendientes, si bien no es grande, es compleja. ¿Es así?
—Faltan temas importantes, pero lo más difícil pasó. Falta acordar el tema del desarme, por ejemplo; definir la desmovilización y el plebiscito para que todos los colombianos opinen. Pero también falta que una oposición durísima contra la paz deponga sus armas políticas. Esa oposición todavía va a tratar de obstaculizar el trayecto final hacia la paz.
Cuando habla de la oposición se refiere del sector que lidera el ex presidente Álvaro Uribe.
—Exacto. Acá no se trata de beneficiar a un sector. Se trata de cambiar votos por botas. Tenemos una oportunidad histórica de cambiar este país, de darle una posibilidad a Colombia en el siglo XXI y esto sólo se conseguirá con la paz. El país sigue exportando al mundo, sigue creciendo a pesar de la guerra. Imagínese cuando alcance la estabilidad y la paz. El ex presidente Uribe tiene una posición política tomada y cualquier cosa que lleve la palabra paz, él estará en contra. En la mesa faltan ellos, espero que no terminen por quedarse solos.
Además del uribismo, ¿quiénes se oponen al acuerdo?
—Los que comercian con la guerra. Los traficantes de armas. Los que se acostumbraron a vivir de la guerra.
Lo que se destaca de los últimos anuncios en La Habana son los alcances de la justicia de transición. Aparece como un método novedoso para evitar la impunidad ante delitos de lesa humanidad. ¿Antes de acordarlo se revisó, por ejemplo, lo que pasó en la materia en países como Guatemala o Argentina?
—Hemos estudiado todos y cada uno de los mecanismos aplicados para la reparación de la justicia en todas las situaciones y en todas las resoluciones de conflictos en América Latina y en otros países. Llegamos a la conclusión de que se necesitaba evitar la impunidad de todos los actores de la guerra.
En ese marco se aplicarán penas de hasta ocho años. ¿No es poco para delitos atroces?
—Acá no habrá ni olvido, ni perdón, ni amnistía, ni punto final. Se necesitan cerrar los casos, reparar a las víctimas y hacer que el nuevo escenario de paz sea para todos por igual. No se puede abonar la venganza.
Las primeras críticas que se escucharon sobre la justicia de transición partieron de los sectores más escépticos con las FARC y su voluntad de paz. Sostienen que el gobierno no comunica bien los contenidos exactos de los acuerdos.
—No tenga duda de que el gobierno va a transmitir cada uno de los puntos cuando sienta que la sociedad tenga que decidir e inclinarse por la paz. Tenemos una oportunidad única de construir la paz definitiva en América Latina.