Apasionado de Papillón, del francés Henri Charrière, y de La isla de los hombres solos, del costarricense José León Sánchez, como crónicas insignes de la literatura criminal sobre las peripecias de personajes acusados de asesinatos que nunca cometieron, el juez guatemalteco Miguel Ángel Gálvez, del Juzgado Primero B de Mayor Riesgo, tiene en sus manos el futuro de otro hombre que alega ser inocente en un momento clave de la vida institucional de Guatemala.
Gálvez acapara la atención interna y externa, ya que ayer decidió arrestar al desaforado presidente guatemalteco, Otto Pérez Molina, acusado de asociación ilícita, cohecho pasivo y defraudación tributaria como presunto líder de una red criminal conocida como La Línea.
Pérez es el segundo militar peso pesado guatemalteco al que Gálvez procesa. En enero de 2013, en otro suceso histórico para un país que arrastra décadas de impunidad castrense y política, el juez abrió el juicio por genocidio y crímenes de lesa humanidad contra el dictador y general guatemalteco Efraín Ríos Montt por sus atrocidades como presidente de facto en 1982 y 1983. La condena a 80 años de prisión que le impuso otro tribunal fue anulada por tretas legales, pero Gálvez marcó un hito.
De 57 años, oriundo de la capital y graduado en Ciencias Jurídicas por la estatal Universidad de San Carlos, Gálvez es especialista en criminología, con una maestría en Derecho Penal y otra en proceso en Derecho Procesal Penal. Acumula 16 años como juez en una nación en la que, por la guerra entre la insurgencia comunista y la oligarquía militar de 1960 a 1996 y los regímenes castrenses de 1954 a 1986, la institucionalidad y la democracia son frágiles y la voluntad judicial fue dictada durante décadas por generales o coroneles.
Con una vida privada cuyos detalles, por seguridad, son secretos, Gálvez hizo historia el 21 de agosto al visitar a la ex vicepresidenta Roxana Baldetti en un cuarto de hospital para notificarle su arresto.
Aliada de Pérez y obligada a dimitir en mayo por el mismo caso que acosa al mandatario, Baldetti fue recibida el 24 y el 25 de agosto en una audiencia en la que Gálvez soltó una frase lapidaria: “Desde una persona que hace limpieza hasta el presidente, son cargos que se deben realizar con honestidad”.