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La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, defendió hoy la solidez de la economía de su país, azotado por la recesión, durante su discurso con motivo de la 70 edición de la Asamblea General de Naciones Unidas.
“Por seis años intentamos evitar que la crisis mundial de 2008 se abatiese sobre Brasil”, dijo la presidenta brasileña, que admitió que “ese esfuerzo llegó a un límite por razones fiscales internas y externas, como el fin del super ciclo de las materias primas”.
En este contexto, admitió que se ha producido una “desvalorización cambiaria” de la moneda brasileña y un proceso de recesión que en el primer semestre alcanzó el 2.6 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), pero aseguró que la mayor economía de América Latina revertirá la tendencia.
“Brasil no tiene problemas estructurales claves, solo temporales”, aseveró la mandataria, quien prometió que las medidas adoptadas para reducir el gasto público y equilibrar las cuentas del Estado darán resultados.
Dijo que Brasil sacó de la pobreza extrema a 36 millones de personas en las últimas décadas, y prometió que a pesar de las dificultades económicas de la séptima potencia mundial no habrá reducción del gasto social.
“La economía brasileña es más fuerte y sólida que años atrás. Estamos en transición hacia un ciclo de crecimiento más sólido y duradero”, garantizó, durante el primer discurso por parte de un jefe de Estado en la 70 edición de la Asamblea de la ONU.
La presidenta, quien ayer anunció en Nueva York un ambicioso paquete de medidas para luchar contra el cambio climático, volvió a enfatizar que el país del Amazonas está totalmente comprometido con la preservación del planeta sobre la base de “responsabilidad compartidas” y pidió el compromiso de todos en la próxima cita climática en París.
“En París debemos fortalecer la convención del clima. Los compromisos que asumimos deben ser ambiciosos. Brasil está haciendo un gran esfuerzo para reducir las emisiones sin comprometer el desarrollo”, señaló Rousseff, quien aseguró que su país redujo un “82 por ciento la deforestación en el Amazonas”.
Brasil anunció ayer que reducirá un 37 por ciento de las emisiones de gases con efecto invernadero en base a las emisiones de 2005, sobre todo por medio de la lucha contra la deforestación en el Amazonas, el incentivo a las energías renovables y la mayor eficiencia de la agricultura.
La mandataria también se refirió a la crisis migratoria en Europa y dijo que “es absurdo frenar el libre tránsito de personas”, al tiempo que dio la bienvenida a los refugiados de países en guerra como Siria a Brasil.
“Brasil es un país de acogida, hecho por refugiados. Tenemos los brazos abiertos para acoger a refugiados”, dijo, antes de ser interrumpida por un aplauso del hemiciclo.
También pidió la reforma “profunda de las estructuras de la ONU”, por medio de la ampliación de los miembros permanentes y no permanentes del Consejo para que “sea más representativo y eficaz”.
Asimismo, se congratuló del diálogo entre Estados Unidos y Cuba, para quien pidió el fin del embargo, así como del acuerdo occidental con Irán, y volvió a defender la creación de un Estado palestino.