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El Parlamento húngaro aprobó ayer una ley por la cual el Ejército podrá realizar operativos militares para asegurar la frontera, además de que tiene autorizado el uso de bastones, gas lacrimógeno y balas de goma contra los migrantes o refugiados que intenten entrar a su territorio.
Con los votos del partido gobernante conservador Fidesz y la extrema derecha, Jobbik, la nueva legislación permite a las Fuerzas Armadas utilizar armas no letales y métodos coercitivos, comprobar la identidad y participar en el control fronterizo, así como bloquear carreteras o limitar el tráfico.
El pasado 15 de septiembre se aprobaron unas leyes en Hungría que prevén penas de hasta tres años de cárcel por cruzar de forma ilegal la frontera y de hasta cinco años si se realiza armado o dañando las vallas erigidas para frenar la entrada de migrantes.
El premier Viktor Orbán volvió a defender su política y la decisión de construir vallas a lo largo de toda su frontera. “Muchos dicen que las vallas no son una buena solución, porque entonces todos tendrían que construir una. Pero justamente esa es la respuesta”, dijo.
Justo la política de mano dura hacia los refugiados ha aumentado el apoyo al partido del gobierno húngaro, de acuerdo con una encuesta del instituto de opinión pública Ipsos publicada ayer. Según la medición, la agrupación Fidesz obtendría ahora 41% de los votos, frente a 38% que sumó el partido en junio pasado.
Hungría informó que continúan llegando refugiados a su territorio en autobús desde Croacia, y que los contingentes son trasladados en tren a la frontera con Austria. Señaló que interceptaron entre el viernes y el domingo en total a 18 mil 757 refugiados por cruce ilegal. A través de un anuncio en el diario libanés An-Nahar, advirtió que tomará “medidas duras” contra los migrantes.
Solamente en barcos se registró la llegada de entre 800 y mil personas que cruzaron el puente sobre el río Drava que une Croacia y Hungría, señaló la televisión estatal húngara. La policía los acompañó hasta un tren de 15 vagones con dirección a Hegyeshalom, en la frontera austriaca.
Mientras tanto, las autoridades croatas cerraron el paso de camiones, la principal vía serbo-croata de Batrovci-Bajakovo en la autopista E70 que une Belgrado con Zagreb, después de que se formara una cola de espera de más de 10 kilómetros, informó la televisión serbia RTS. Otros siete pasos están cerrados.
La situación abrió una nueva disputa entre Serbia y Croacia. Si los siete pasos fronterizos no se vuelven a abrir de inmediato, “vamos a tomar medidas; tenemos que proteger a nuestro país”, amenazó el primer ministro serbio, Aleksandar Vucic.
Más temprano el ministro del Interior croata, Ranko Ostojic, había instado a Serbia a detener el traslado de refugiados a la frontera croata. Además, declaró que la crisis migratoria “se debe frenar desde el inicio, entre Turquía y Grecia”.
La Organización Internacional de la Migraciones (OIM) reportó ayer que más de 2 mil 800 inmigrantes han muerto en lo que va del año intentando cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa.
UE buscará hoy acuerdo. Los ministros de Interior de la Unión Europea (UE) replantearán el modo de reparto de 120 mil refugiados propuesto por la Comisión Europea (CE), para dejar fuera a Hungría que rechaza el sistema de distribución, pese a que estaba pensado para aliviar la situación en su propio país, porque considera que la solución reside en el refuerzo de las fronteras exteriores de la UE.
El Ejecutivo comunitario había sugerido que del total de 120 mil refugiados a repartir, 54 mil procedieran de los centros de acogida de Hungría, 50 mil 400 de Grecia y 15 mil 600 de Italia, los tres países más afectados por la crisis.
Los cuatro países que integran el Grupo Visegrad (V4) —Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría— adelantaron, por su parte, que reafirmarán su negativa a la aplicación de cuotas obligatorias de acogida de refugiados.