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Ana Anabitarte. Desde Europa

Esta tarde se reúnen los ministros de Justicia e Interior de los 28 países que conforman la Unión Europea, con un único punto en la agenda: la crisis de los refugiados

14/09/2015 |06:49Ana Anabitarte / Corresponsal |
Redacción El Universal
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Esta tarde se reúnen en Bruselas (Bélgica) los ministros de Justicia e Interior de los 28 países que conforman la Unión Europea (UE) con un único punto en la agenda: la crisis de los refugiados. Cada día siguen llegando al viejo continente unas 3 mil personas entre hombres, mujeres y niños, la mayoría de ellos sirios, huyendo la guerra, según la agencia de la ONU de los refugiados (ACNUR). Y aquí, mientras algunos gobiernos les cierran las puertas, les multan, les encarcelan o les regresan a sus lugares de origen, en otros, como en Alemania, sus ciudadanos les están recibiendo con los brazos abiertos y carteles de bienvenida.

Hace unas semanas la Comisión Europea propuso a cada país unas cuotas de recogida de refugiados en función a su tamaño y a su situación económica, pero los estados miembros no las aceptaron. Así que cada uno acoge al número de personas que quiere. En aquella ocasión la Comisión Europea recomendó acoger a 40 mil, pero la suma de cada país sólo alcanzó los 32 mil. Hoy con la llegada masiva estos últimos días la cifra se ha triplicado y ya son 160 mil los que la Comisión Europea plantear acoger.

Ante esta avalancha durante su reunión de esta tarde los ministros de los 28 deben deben firmar un documento que muestre algún avance en la negociación. Algo que a priori parece una tarea muy difícil ya hay dos posturas muy enfrentadas. Mientras unos países piensan que hay que absorber esta inmigración por razones éticas pero también por razones normativas: está en el ADN de la UE. Es el caso de Alemania, Francia, España e Italia. Otros países de Europa del Este tienen serias reticencias a hacerlo como Hungría, Eslovaquia, República Checa y Polonia e incluso se niegan a aceptar el sistema de cuotas pese a que se les ha pedido que acojan a menos que al resto. Lo paradójico es que tras la Segunda Guerra Mundial fueron estos países los que produjeron los mayores desplazamientos de ciudadanos por razones éticas, lingüísticas e incluso religiosas, y también quienes hace unos años huyeron de las dictaduras comunistas. Y ahora no sólo se oponen al sistema de cuotas, sino que algunos sus líderes políticos no tienen reparos en acusar a los refugiados de aprovechados, e incluso de ser unos terroristas y de portar enfermedades.

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Hoy la presidencia temporal de la UE que tiene ahora Luxemburgo, tratará de convencerlos de la necesidad que hay de solidaridad y unidad. E insistirá para que acepten un sistema de cuotas obligatorio. Como en política todo es negociación, a cambio propondrá que se refuerce la lucha contra la inmigración irregular y se aprueben las devoluciones inmediatas de aquellos ciudadanos que no tienen derecho al asilo. Una demanda que Hungría, país de tránsito que atraviesan la mayoría de los sirios que llegan a Europa, lleva haciendo desde hace semanas. Es decir, ser más benevolente con los refugiados, a cambio de ser mucho más duro con los llamados inmigrantes económicos.

Pero el problema de la inmigración no se va a solucionar con las cuotas. Además de acoger y dar refugio a estos miles de refugiados que cada día consiguen llegar, también hay que integrarlos de manera efectiva. Es necesario proporcionarles una vivienda, un trabajo para que puedan salir adelante por ellos mismos, y educación y sanidad gratuitas. Hace unos años el gobierno español del socialista José Luis Rodríguez Zapatero acogió a 140 familiares de presos cubanos. Firmaron un convenio por el que el Ejecutivo les pagaría su manutención un año. Cuando ese plazo se acabó no tuvieron de qué vivir y algunos de ellos se manifestaron en la puerta del ministerio de Asuntos Exteriores solicitando ayuda, mientras otros directamente pidieron dinero para regresar. También es necesario frenar la avalancha de los que llegan. Mientras sean miles las personas que cada día huyen de la guerra de Siria, de Afganistán, de Eritrea o de Irak, la crisis de refugiados no se solucionará. La todopoderosa canciller alemana Angela Merkel decidió abrir sus puertas y con ellos lo hicieron algunos países más. Ahora no puede cerrarlas. Pero si el éxodo continúa y no hay acuerdo, se corre el riesgo de que esto ocurra. Europa tiene un gran reto y debe afrontarlo de manera conjunta.