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“No sabe lo que está haciendo. Está fabricando un líder a mediano plazo”. La profecía la lanzó una tarde, allá por 2008, Luis Miquelena, quien fuera mentor político de Hugo Chávez. El líder a quien se refería no era otro que el joven y exitoso alcalde de Chacao, Leopoldo López, entonces de 37 años.
Lo acababan de inhabilitar para postularse como candidato a alcalde mayor de Caracas, cargo que después recayó en Antonio Ledezma, su hoy compañero de desgracias opositoras y también en prisión. Entre 2000 y 2008, López fue alcalde de Chacao, donde dejó una buena reputación. Su perfil de líder era disputado por Henrique Capriles, quien ya se encaminaba como candidato a la presidencia. Pero aquella sanción victimizó a López y los chavistas, que se negaron a aprender la lección, volvieron a cometer el error con López seis años más tarde.
Economista graduado en Harvard, nacido en una familia donde los políticos se mezclaban con los médicos, Leopoldo no sólo lleva el nombre de su abuelo, Leopoldo López Ortega —ministro de Educación en el gobierno de Eleazar López Contreras—, sino que entre sus antepasados hay una larga lista de políticos que llegan hasta Simón Bolívar. López se casó en 2007 con Lilian Tintori, con quien tiene dos hijos, Manuela y Leopoldo, a quienes ve poco desde que está en la cárcel de Ramo Verde. Allí fue tras- ladado tras entregarse, el 18 de febrero de 2014, cuatro días después de las protestas que, según el gobierno, él incitó, y que fueron ferozmente reprimidas en Caracas. Lo acusaron de terrorismo, homicidio e incendio de edificios públicos, cargos por los que ayer fue condenado a 13 años 9 meses de cárcel.
Un día después de aquellas protestas por las que se le acusa, López escuchó las palabras del presidente Nicolás Maduro sobre la inminente orden de aprehensión en su contra y le envió al jefe de Estado un tuit: “No tienes las agallas para meterme preso? O esperas ordenes de La Habana? Te lo digo: La verdad está de nuestro lado”.
Hiperactivo, carismático, según sus allegados, ni la prisión ni las maniobras judiciales en su contra lo han hecho cambiar de rumbo. Tras una huelga de hambre, y en medio de la solidaridad internacional, López se mantiene firme. Desde muy chico conoce la teoría de que en Venezuela los líderes que pasan por la cárcel terminan presidentes y su popularidad —es el político vivo más popular en el país— parece confirmarlo. Maduro, en ese sentido, fabricó un candidato a la presidencia. El fallo de ayer así lo confirma. Sólo falta saber cuándo.