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El Departamento de Estado de Estados Unidos hizo público casi siete mil páginas con cuatro mil 368 correos electrónicos de Hillary Clinton durante su gestión como secretaria de Estado, acatando una orden judicial derivada de una demanda.
Aunque la mayoría de los correos contienen información relacionada a sus funciones y asuntos personales, el Departamento de Estado declaró otros 125 como clasificados citando razones de seguridad nacional, elevando a 188 la cifra de sus comunicaciones electrónicas excluidas del escrutinio público.
Los correos revelaron como aún desde sus días como secretaria de Estados, Clinton seguía de cerca el desarrollo de eventos políticos con miras a la carrera presidencial de 2016, en muchas instancias a través de asesores externos como el abogado Sidney Bluementhal.
Algunos de los correos dieron cuenta del deseo de Clinton de seguir los pasos del general David Petraeus, quién expresó entonces interés para entrar a la contienda presidencial, antes de ser nominado por el presidente Barack Obama como nuevo director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Uno de los correos se refiere a una misiva que Clinton envió al fundador del portal WikiLeaks, Julian Asange, solicitándole que no difundiera documentos clasificados del gobierno debido a que ello pondría en riesgo “la vida de incontables personas inocentes”, así como operaciones militares y la cooperación con otros países.
Algunos de estos correos revelan que el uso de Clinton de un servidor privado para manejar sus comunicaciones electrónicas era desconocido para algunos funcionarios y de sus ayudantes en el Departamento de Estado, y aún personal de la división técnica de la dependencia.
En uno de estos, Huma Abedin, quizá la más cercana de sus colaboradoras, escribió a Clinton para alertarla de que personal de la división técnica del Departamento de Estado estaba tratando de determinar el origen de un correo sin saber que se trataba de ella.
“Un correo que Judith te mandó ‘rebotó’, y ella llamó a la oficina de asistencia en el Departamento de Estado, (asumiendo que era tu correo oficial) y les dijo eso. Ellos no tienen idea de que se trata de ti y creen que es otra dirección desde donde se envió, lo siento”, escribió Abedin a su jefa.
Otros más revelaron el desconocimiento de Clinton sobre alguna de las más comunes herramientas tecnológicas de hoy en día.
“No sé si tengo Wi-Fi. ¿Cómo puedo saberlo?”, escribió a uno de sus ayudantes en 2010 después de adquirir una nueva tableta electrónica.
En esa comunicación, Clinton le inquirió además sobre como cargar la batería. “¿Necesito cargarlo?, y si es así, ¿cómo?, no tengo cables”.
Los correos fueron parte de las comunicaciones liberadas por el Departamento de Estado en respuesta a una demanda presentada después de resistir una solicitud presentada en este sentido bajo el amparo de la Ley de Libertad de Acceso a la Información, conocida coloquialmente como FOIA (por sus siglas en inglés).
jlcg