En las urnas gana  en los discursos lo revoluciona todo, pero el día a día es mucho más concreto, real y esquivo, que ese mundo de colores que se aferra a segur contando, un gobierno, el argentino, y un candidato a la presidencia, Daniel Scioli, al que cuando no lo sorprenden nuevas inundaciones, lo descubren quemando urnas o llenándolas de votos propios, como ocurrió este domingo en la provincia de Tucumán, donde todo se encamina a un escándalo en la elección para gobernador.

Pero así es la Argentina. Sin mucho más dinero en el Banco Central, para seguir financiando el gasto, con una economía que impedida de liberar gases de su propia maquinaria, y afectada ahora por la crisis de Brasil, su principal socio económico, por la revalorización del dólar y el freno que China le imprimió a su maquinaria, el país vuelve a semejarse a la orquesta del “Titanic”. Sigue tocando (la misma canción) cuando todo comienza a hundirse.

Otra vez, la provincia de Buenos Aires bajo el agua, y nadie que aporte soluciones para un drama que se repite con cada crecida de un río. Sin embargo, la presidenta, que desde antes de las elecciones primarias, no aparecía en público ni en Twitter, lo hizo esta semana para recordarle a Scioli, que carece y carecerá de independencia para correrse hacia su verdadero hábitat, el neoliberalismo. Lo que ratifica las peleas internas que se dan dentro del peronismo por estos días.

El gobernador no logra recuperarse de su desatinado viaje a Italia, cuando decenas de miles de personas estaban con el agua al cuello. Tampoco sabe qué hacer con esos dos “espías” que le colocó la presidenta: el candidato a la vicepresidencia, Carlos Zaninni y el candidato a Gobernador, Anibal Fernández, más conocido en los sumideros políticos como “José Efedrina”, por su presunta relación con el narcotráfico, denunciada hace tres semanas.

Es en esas dos personas en los que la oposición viene haciendo blanco para descontarle votos a Scioli. Es la misma oposición que no avanza en romper el esquema clientelar que el peronismo tejió en todo el país, como se vio en las elecciones  tucumanas. Aún así, la figura de Scioli está dañada. LE aparecen contusiones con cada aumento del dólar en el mercado negro, que son señales más que claras que el sinceramiento de las variables económicas no puede esperar mucho más y que una devaluación será cuestión del próximo gobierno. A no ser que el oxígeno no alcancen y la presidenta, Cristina Kirchner, celebrando el hecho de haber sido abuela por segunda vez,  deba sacrificar lo que más cuida: “El proyecto”.

De Zaninni deberá ocuparse el propio Scioli, y de Fernández ya se ocupa especialmente, el mejor aliado del gobernador: el Papa Francisco. Ya instruyó a uno de los suyos, el dirigente social Gustavo Vera, para que en estos dos meses que siguen se ocupe de “José Efedrina”. Vera no tardó un minuto. “Fernández es la cobertura política del narcotráfico…” Amen.

Allí radica la mejor carta electoral de Mauricio Macri, ser la cara más amable y segura de un futuro ajuste fiscal. Porque todo indica que dentro del peronismo, la guerra interna puede ser feroz, como ya se ve por estas horas. Todavía  no hay encuestas de peso, aunque todos los especialistas en opinión coinciden en que la imagen de Scioli, tras las primarias y su viajecito a Italia, quedaron dañadas  Brasil, al que todos miran por estas horas, se cuece en su propio menjunje, pero es Argentina, de donde los aviones salen llenos de turistas argentinos aprovechando la bonanza del dólar antes que todo termine como en 1979, 1989 o el 2001, años de devaluación y ajustes severos, el que volverá a mostrar las mejores imágenes de lo que mejor conoce, después del fútbol y el tango, naufragar.

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