El lujoso funeral del jefe mafioso Vittorio Casamonica, celebrado aquí, generaron una polémica política cuya primera víctima es el piloto del helicóptero que lanzó pétalos de rosa al paso del cortejo fúnebre, a quien le retiraron la licencia.
El ministro italiano del Interior, Angelino Alfano, confirmó hoy que ha pedido al prefecto de Roma, Franco Gabrielli, un “detallado” informe sobre las exequias de Casamonica.
La ceremonia fue celebrada en la iglesia de San Giovanni Bosco de la capital, con una carroza jalada por caballos que transportó el féretro, Rolls Royce desplegados en las aceras y hasta una banda sonora que entonó el tema de la película “El Padrino”, además de cientos de "deudos" vestidos de luto riguroso.
“Ha ocurrido una cosa grave y estigmatizable que no debería haber ocurrido”, dijo el propio Gabrielli, que en una carta pidió aclaraciones a la jefatura de la policía romana, al comando de carabineros, al cuerpo de bomberos y al ayuntamiento.
En declaraciones a los medios recordó que en “otras partes” de Italia, en particular en Sicilia (sede histórica de Cosa Nostra), funerales de ese tipo han sido vetados por la autoridad.
“Los funerales de El Padrino han sido una provocación, un reto lanzado a la ciudad, a las instituciones y a los propios romanos”, escribió en Facebook el presidente del gubernamental Partido Democrático, Matteo Orfini.
Por su parte, el Ente Nacional de Aviación Civil (ENAC) anunció la apertura de una investigación y el retiro de la licencia al piloto del helicóptero que lanzó desde el cielo pétalos de rosas al paso del cortejo fúnebre.
Para agravar las cosas, el diario Il Messaggero informó este viernes que agentes de la policía municipal de Roma abrieron paso a la carroza jalada por seis caballos negros con penachos que transportaban el féretro y a 12 vehículos que recorrieron media ciudad con decenas de arreglos florales enviados al difunto.
La presidenta de la comisión parlamentaria Antimafia, Rosy Bindi se dijo “alarmada por el clima de consenso que ha acompañado a esta escenografía mafiosa”, aunque los familiares de Casamonica respondieron que no tienen nada de que disculparse y que al único al que dan cuenta de sus hechos es al Papa.
“Cuando alguien se va al otro mundo solamente Dios juzga, no la política”, dijo Luciano Casamonica, sobrino del “capo”.
Pero el alcalde de Roma, Ignazio Marino, consideró que “es intolerable que los funerales sean instrumentos usados por los vivos para enviar mensajes mafiosos”.
Asimismo, el escritor Roberto Saviano recordó a través de Twitter que la iglesia en la que se celebraron los funerales de Casamonica fue la misma que negó las exequias a Piergiorgio Welby, un enfermo de distrofia muscular fallecido en 2006 luego de que por su propia voluntad le fuera desconectado del respirador artificial que lo mantenía con vida.
Giancarlo Manieri, sacerdote de la iglesia de San Giovanni Bosco que celebró la ceremonia argumentó que no sabía quien era el difunto y que, de cualquier manera, no correspondía a él juzgarlo.
Sin embargo, la familia de Welby respondió que las pancartas en honor de Casamonica, con frases como “Has conquistado Roma, ahora conquistarás el paraíso” o “Rey de Roma” , fueron pegadas en los muros de la parroquia desde temprana hora, por lo que era imposible no enterarse de la identidad del difunto.
De 65 años de edad, Casamoncia falleció por causas naturales. Era jefe de un clan criminal que lleva su apellido, compuesto por gitanos que se establecieron en Roma en la década de los setenta y que rápidamente extendió su red de secuestros, tráfico de droga o extorsiones.
La organización criminal estuvo vinculada con “la banda de la Magliana”, un grupo delictivo que entre los años 1970 y 1980 sembró el terror en la capital.
Su nombre también figuró en el caso de “Mafia Capital”, una organización criminal enquistada en la sede del gobierno local, cuya existencia fue destapada el año pasado y que controlaba las adjudicaciones de contratos y obras públicas y desviaba recursos.
En 2004 una investigación de la Dirección Antimafia reveló que el clan Casamonica lavaba dinero con métodos de alta finanza fuera del país, principalmente en el principado de Mónaco.
ahd