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Ser periodista fue suficiente para mantener a Sami Al-Hajj durante 7 años preso en Guantánamo, sin cargos concretos contra él, relata en una entrevista, aunque asegura que volvería a pasar por la misma experiencia porque su trabajo "es contar la verdad y ser los ojos de la gente".
Sami Al-Hajj, actualmente director del Centro por los Derechos Humanos y las Libertades Públicas de Al-Jazeera, con base en Doha, comenzó a trabajar para la cadena de televisión qatarí en 2000 y al año siguiente llegó a Afganistán desde Pakistán para cubrir las operaciones militares de Estados Unidos en el lugar.
Allí fue arrestado y empezó su pesadilla particular que le mantuvo en el centro de internamiento de Guantánamo durante siete años, hasta que después de 420 días en huelga de hambre fue finalmente puesto en libertad.
Sami Al-Hajj se encuentra en España con motivo de su participación en el Foro Social del festival Rototom Sunsplash, en Benicássim (Castellón, este), donde hoy ofrece la ponencia "Prisioneros en Guantánamo".
Sobre su experiencia en Guantánamo, explica que nunca hubo cargos formales contra él. "Sabían que era periodista, me preguntaron más de 100 veces sobre mi trabajo en Al-Jazeera", añade y sentencia: "Ser periodista fue suficiente para mantenerme en Guantánamo".
Al-Hajj asegura que 7 años es un tiempo muy largo, pero "nunca" perdió "la esperanza de ser liberado", y, aunque se perdió una parte de su vida como la infancia de su hijo, insiste en que "haría lo mismo" porque su trabajo "es contar la verdad y ser los ojos de la gente".
Por eso anima a otros profesionales de los medios de comunicación a seguir trabajando y tratar de buscar la verdad para transmitirla a la gente.
El periodista se considera un valioso "testigo" de lo que ocurría y ocurre en un centro en el que "se pone a la gente en aislamiento en un lugar muy lejano, sin autorización de visitas para periodistas o incluso para otros militares".
"Solo se autoriza las visitas de unos pocos periodistas a los que se muestra solo una parte y nunca les está permitido preguntar a los detenidos", explica.
Por ello, considera que fue "una buena oportunidad" para él, "como periodista, ser testigo y estar entre esa gente y ver cómo es el trato que dan allí", ya que además, asegura, los soldados con los que trataba a diario no sabían quien era él, "solo les decían que éramos terroristas".
Sami Al-Hajj afirma que la situación en Guantánamo sigue siendo muy mala, con gente, asegura, que "ha pasado allí 14 años" y "ya no les queda fuera nada, ni familia, ni casa, ni un lugar al que acudir".
Explica que de no ser por el trabajo que realiza la Cruz Roja y organizaciones sin ánimo de lucro, que visitan a los presos, éstos "ya habrían perdido la cabeza".
Al-Hajj, conocido como el preso 345 y que fue liberado tras una larga huelga de hambre, cita el caso del detenido yemení Tariq Ba Odah, que lleva ocho años en huelga de hambre y es alimentado con líquidos.
El departamento de Justicia de Estados Unidos se ha opuesto a dejarle en libertad, lamenta Al-Hajj y recuerda que Ba Odah tiene solo 25 años, pesa poco más de 33 kilos y "su situación es muy mala".
Sami Al-Hajj cree que su testimonio ayudará a "clarificar" lo que ocurre y ha ocurrido en Guantánamo y piensa que habrá "justicia" para él y otros prisioneros pero no en el corto plazo: "Puede ser que en un futuro sí la haya".
Asegura que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, "debe mantener su promesa y antes de marcharse debe cerrar Guantánamo".
"Le dieron un Premio Nobel de la Paz, se supone que debe promocionar la paz", de lo contrario, añade, "quedará escrito en la historia".
jlcg