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La esperada aventura veraniega del presidente ruso, Vladimir Putin, tampoco se librará de la polémica este año, aunque esta vez será de índole política después de que el jefe del Kremlin eligiera la anexionada Crimea para lucir su faceta exploradora.
De todos los trajes que se ha puesto Putin desde que se colocó al timón de Rusia allá por 1999, que van desde uno de tractorista a otro de piloto de hidroaviones, el de submarinista debe ser uno de sus favoritos.
Por tercer verano ya, al menos desde que el Kremlin decidió que era buena idea publicitar sus aventuras y aficiones más varoniles, el mandatario ruso se subió hoy a bordo de un batiscafo para sumergirse en las aguas de la bahía de Balaklava y observar los restos de un antiguo galeón a 83 metros de profundidad.
"Un objeto muy interesante, que aún debe ser investigado. Pertenece aproximadamente a los siglos X-XI, una época que coincide con el surgimiento del Estado ruso, el desarrollo de las relaciones con Bizancio", dijo Putin después de la inmersión.
En un aparente guiño a la polémica que suscitó su inmersión con escafandra en 2011, también en aguas del mar Negro, el mandatario ruso dijo que alrededor del galeón vio "una gran cantidad de ánforas esparcidas", entre otros objetos, y partes de la carcasa de la embarcación.
Hace cuatro años, el Kremlin hizo creer a la opinión pública que el líder ruso había encontrado en el fondo del mar dos ánforas de la antigua ciudad griega de Fanagoria.
"¡Tesoro! El jefe de la expedición dice que son del siglo VI después de Cristo", dijo el dirigente ruso sonriente con las dos mohosas vasijas en la mano dirigiéndose a los numerosos periodistas congregados en la orilla.
Posteriormente se supo que las ánforas habían sido colocadas especialmente en ese yacimiento arqueológico submarino conocido como la Atlántida rusa, situado también frente a la península de Crimea.
El galeón que observó hoy el presidente ruso fue encontrado hace apenas tres meses por un club de submarinistas en una zona próxima a Sebastopol.
Putin, que realizó la inmersión en el marco de una expedición de la Sociedad Geográfica de Rusia, cuyo Consejo de Patrocinadores preside él mismo, aseguró que con esa actividad quiso llevar a cabo "otro nuevo intento de dirigir la mirada de la gente hacia nuestra historia".
Fue la tercera vez que se sumergía en el agua en un batiscafo: en agosto de 2009, cuando era primer ministro, descendió 1.395 metros al fondo del lago siberiano Baikal, mientras que el año pasado, observó el buque de vela "Oleg", hundido en 1869 en el golfo de Finlandia, en el mar Báltico.
La visita del presidente ruso a Crimea, anexionada poco después del derrocamiento en Kiev del presidente prorruso Víktor Yanukóvich y el ascenso al poder de las fuerzas europeístas, en 2014, levantó ampollas en Ucrania, que al igual que el resto de la comunidad internacional no reconoce la soberanía de Moscú sobre el territorio.
Putin quiso zanjar hoy cualquier debate sobre este tema y sentenció que Crimea es territorio ruso porque así lo quiso la gente que vive allí.
"El futuro de Crimea lo decidió la gente que vive en este territorio. Ellos votaron por la reunificación con Rusia y ya está, punto final", aseveró el líder del Kremlin.
El presidente ucraniano, Petró Poroshenko, calificó de "desafío al mundo civilizado" la visita de Putin a Crimea y advirtió de que ésta eleva la tensión en el este de Ucrania.
Para Poroshenko, "viajes como éste son la continuación de la militarización de la ocupada península ucraniana y la sumen en un aislamiento aún mayor. Sólo en el seno de Ucrania tiene futuro Crimea, incluido su turismo".
ahd