Beijing.— Los primeros datos publicados sobre las circunstancias en que se produjeron el miércoles dos explosiones en una terminal de contenedores de Tianjín, en el norte de China, revelan graves irregularidades y opacidad en las operaciones de la compañía.
Dos días después del accidente, que causó 85 muertos (21 de ellos bomberos), unos 700 heridos (casi 60 en estado grave) y un número indeterminado de desaparecidos, según el más reciente reporte de los medios, hay más incógnitas que certezas sobre lo sucedido, aunque lo publicado no favorece ni a la empresa ni al gobierno.
El primer misterio sin resolver es qué albergaba la terminal de contenedores en el puerto, propiedad de Tianjin Dongjiang Port Ruihai International Logistics y con un perímetro de 46 mil metros cuadrados, según la web de la compañía. Gao Huaiyou, subdirector de seguridad laboral de Tianjín, dijo que “los peligrosos productos químicos que explotaron en la terminal de contenedores no pueden ser identificados aún”.
Ello no es posible, explicó, por los daños ocurridos en las oficinas de la compañía, pero también por “discrepancias mayores entre la documentación de la empresa y los registros de los clientes”, sin entrar en más detalles.
Mientras la policía china apunta a que se almacenaba sobre todo nitrato de amonio, nitrato de potasio y carburo de calcio, en los papeles de la empresa también aparece diisocianato de tolueno, altamente tóxico, según el portal de noticias The Paper.
La organización ecologista Greenpeace ha señalado en un comunicado que el carburo de calcio, entre otros elementos, puede reaccionar violentamente si se mezcla con agua. Esa es, de momento, una de las hipótesis para explicar las explosiones, que ocurrieron en una zona nueva del puerto de Tianjín después de que los bomberos acudiesen a apagar un incendio previo. Uno de los que entró en el almacén afirmó a la revista china Caijing que nadie les informó de que “había productos químicos peligrosos que podrían explotar ante el contacto con agua”.
Otra cuestión de peso es si la terminal contaba con la licencia necesaria para trabajar con productos “químicos peligrosos”, algo de lo que carecía cuando se estableció en 2012, según el Beijing News.
Si bien Gao Huaiyou señaló ayer que el lugar de la explosión había sido “rediseñado para almacenar productos químicos peligrosos”, vecinos y trabajadores no parecían estar al tanto.
Ese periódico señaló que, supuestamente, las autoridades medioambientales de Tianjín hicieron circular entre mayo de 2013 y agosto de 2014 una encuesta para preguntar qué les parecía si el espacio de Ruhai era destinado a almacenar productos químicos de riesgo, con una abrumadora respuesta positiva. Pero residentes locales aseguraron a ese diario no haber recibido esa encuesta, y el jueves el inquilino de una vivienda próxima al lugar de las detonaciones aseguró a EFE desconocer que ese fuese el cometido de la terminal.
La ley china establece que este tipo de componentes deberían haber estado situados a un mínimo de mil metros de edificios, cuando en Tianjín hay viviendas a una distancia de entre 500 y 2 mil metros del lugar de la explosión.
En plena polémica, el teniente de alcalde de Beijing, Zhang Tingkun, dijo que la capital china suspenderá la producción de químicos, tóxicos y explosivos hasta el 6 de septiembre y el Consejo de Estado informó que llevará a cabo una inspección nacional para examinar las medidas de seguridad en los lugares que almacenen o trabajen con productos químicos de riesgo. EFE