El policía blanco que el pasado viernes mató a un joven afroamericano desarmado en Texas, Estados Unidos, fue despedido hoy, según informó el Departamento de Policía de Arlington, cuerpo al que estaba adscrito.
Brian Miller, el agente involucrado en el tiroteo, demostró una "falta de criterio" en sus decisiones que tuvieron "consecuencias catastróficas", dijo hoy el jefe del Departamento de Policía de Arlington, Will Johnson.
Los hechos ocurrieron el pasado viernes, cuando el joven Christopher Taylor, de 19 años, irrumpió en un concesionario de vehículos de esta localidad cercana a Dallas.
Cuando los agentes llegaron al lugar, Taylor se enfrentó con Miller, que había entrado al interior del negocio por su cuenta, y este último lo mató a tiros, según reveló hoy Johnson.
El jefe policial dijo que la decisión tomada por el agente de entrar por su cuenta al establecimiento, sin un plan y sin haber establecido un perímetro, "no fue una buena estrategia".
También dijo que el hecho de que esta mala decisión terminara en tragedia fue determinante para despedirlo.
Miller, de 49 años, hacía menos de un año que trabajaba para la Policía de Arlington y todavía estaba en periodo de prueba.
Une vez finalizada la investigación interna, el Departamento de Policía de Arlington trasladará el caso a un gran jurado, que tendrá que decidir si acusa a Miller de algún delito.
Este sábado, Johnson afirmó que "tan importante como la investigación en sí, es reconocer que estos hechos no son un caso aislado y suceden en un momento en el que la nación enfrenta problemáticas como la injusticia social, las desigualdades, el racismo y las malas prácticas policiales".
El joven Taylor formaba parte del equipo de fútbol americano de la Universidad Estatal de Angelo y su caso llega en pleno cuestionamiento de las fuerzas de seguridad en Estados Unidos, tras la muerte de varias personas negras a manos de la Policía.
El caso que encendió la mecha fue el del joven Michael Brown, hace un año, en Ferguson (Missouri), una muerte que desató violentas protestas y reavivó las tensiones raciales en el país.
Según una investigación del periódico "The Washington Post", 24 afroamericanos desarmados han muerto a manos de la Policía estadounidense desde que empezó 2015, casi la mitad de los 60 casos que se han registrado en total en el país.
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