El papa Francisco recordó ayer que “la revolución” de la Iglesia “es evangelizar”, en una misa campal ante más de 900 mil fieles en el Parque del Bicentenario de la capital ecuatoriana, donde advirtió contra “los personalismos y el afán de liderazgos únicos”.
“La inmensa riqueza de lo variado nos aleja de la tentación de propuestas más cercanas a dictaduras, ideologías o sectarismos”, advirtió el Papa en su homilía, con el presidente Rafael Correa y la esposa de éste allí presentes, en la que fue la jornada más politizada del Sumo Pontífice en Ecuador. En medio de una algarabía pocas veces vista en el país, Francisco resaltó la necesidad de “luchar por la inclusión a todos los niveles” y se mostró pesimista de que “brille la unidad, si la mundanidad espiritual nos hace estar en guerra entre nosotros, en una lucha estéril de poder, prestigio, placer o seguridad económica”.
“Evangelizar. Esa es nuestra revolución, porque nuestra fe siempre es revolucionaria, ese es nuestro más profundo y constante grito”, puntualizó el jefe de la Iglesia católica.
En su tercer día en el país andino, el Papa visitó la Universidad Católica y en la tarde se reunió con la sociedad civil en la bella plaza San Francisco de Quito, en donde volvió a abogar contra la exclusión social, para luego visitar la no menos bella iglesia de La compañía de Jesús, la orden donde desarrolló su prolífico camino en el sacerdocio antes de ser ungido Papa.
Además, Jorge Bergoglio advirtió que la evangelización no pasa por “hacer proselitismo” sino por “atraer a los más pobres”. Para el Papa “sería superficial pensar que la división y el odio afectan sólo a las tensiones entre los países o los grupos sociales. En realidad, son manifestación de ese difuso individualismo que nos separa y nos enfrenta, de la herida del pecado en el corazón de las personas”.
La misa fue precedida por una vigilia desde la tarde del lunes. Los fieles esperaron pacientemente hasta lo que se transformó en una colorida jornada que matizaron la lluvia y el frío, en medio de un feriado decretado por las autoridades quiteñas.
Después de la misa, y antes de la visita a la Universidad Católica, Francisco mantuvo un almuerzo privado y una reunión con el obispo de Quito, Fausto Travez en el centro de Convenciones. Al caer la tarde se reunió con representantes de la Sociedad Civil en la iglesia San Francisco, donde destacó que hay “tres niveles de excluidos. Los niños porque en algunos países del primer mundo la tasa de natalidad es igual a cero. Los viejos, que se los va olvidando, se los va dejando solos, y ahora los jóvenes que se los abandona en los brazos de proyectos alocados”.
“Hay jóvenes ni-ni. Ni estudian ni trabajan y a eso debemos ponerle atención”, acotó el Papa que decidió mantener un fuerte tono político cuando dijo que “en una democracia participativa todos son actores del diálogo”, referencia a los choques del gobierno de Correa con la oposición.
El papa Francisco se despedirá hoy al mediodía de Quito y partirá rumbo a Bolivia, en la segunda etapa de su gira por la región.