Washington
Últimamente, el numeroso grupo de aspirantes del Partido Republicano a la presidencia se encuentra confundido y fuera de sí. Muchos de ellos, con ganas de saltar sobre el traje hecho a la medida del magnate del sector inmobiliario, Donald Trump.
Hasta hace poco, algunos de esos mismos aspirantes declaraban ser los mejores amigos de Trump. De hecho, las fotos del magnate aún cuelgan en los despachos de uno que otro. La gratitud por los fondos que su viejo amigo les ofreció durante sus respectivas campañas electorales se antojaba eterna.
El peregrinar de muchos de esos políticos a las Torres Trump en Manhattan se volvió una tradición; una imagen recurrente en tiempos de campaña donde el magnate siempre aparecía en las fotos en su papel de generoso donador. Eran tiempos en los que a Trump se le permitía casi todo.
Sin embargo, tras el inicio de la contienda por la nominación presidencial en el seno del Partido Republicano, la relación de amistad con Donald no sólo se ha enfriado. De un tiempo acá, algunos aspirantes presidenciales no se cansan de decirle “imbécil”, “racista”, “estúpido” y hasta lo comparan con ese cáncer que “hay que extirpar lo más pronto posible del movimiento conservador”.
La lista de adversarios de Trump ha crecido vertiginosamente desde que el vociferante millonario decidió incursionar oficialmente en el mundo de la política. Pero, sobre todo, desde que Trump se colocó a la cabeza de todas las encuestas con 24% de preferencias —el doble de un favorito a la nominación, Jeb Bush, quien apenas roza 12% según un sondeo de ABC/The Washington Post— y tiene en promedio 18.4% en julio, de acuerdo con el sitio RealClearPolitics.
Ante este súbito cambio de papeles, en el que un millonario ha decidido convertirse en candidato en lugar de sólo respaldar con su dinero las campañas de sus antiguos amigos, el ambiente se ha emponzoñado y convertido en una rebatinga, donde muchos de sus adversarios le exigen que se retire de la batalla por la presidencia.
“Resulta increíble que los miembros del Comité Nacional Republicano, que antes eran tan simpáticos cuando yo era un donador importante, hayan cambiado tanto. Antes yo era su chico de pelo rubio. Hoy sólo soy una amenaza”, aseguró Trump en una reciente entrevista. Impasible ante el enojo de sus adversarios, Trump no sólo devuelve los golpes e insultos, sino que además ha conseguido llamar la atención de los medios y la opinión pública nacional e internacional insultando a países como México, criminalizando a los migrantes y amenazando incluso a los republicanos con la fundación de su propio partido.
Al final, entre todos sus enemigos y sus viejos amigos han conseguido convertirlo en un problema fuera de control; en una amenaza que promete crecer durante los debates televisados que arrancan el próximo 6 de agosto.
“Atacando a Donald Trump mientras se le censura y tratar de avergonzarlo ha sido como combatir a Godzilla con electricidad. Sólo lo ha hecho más fuerte”, consideró el columnista del diario The Washington Post, Eugene Robinson, al resumir la naturaleza díscola y pendenciera de un personaje que se ha convertido en la peor pesadilla de los republicanos.
En un mundo donde sólo sobreviven aquellos que comulgan con la doctrina de lo políticamente correcto, Trump es una especie de alienígena. Un tiburón de los negocios que hoy encuentra serias dificultades para encajar en el traje de un político y entender el complicado arte del cortejo en tiempos de campaña para conquistar el voto de esas minorías que hoy son la gran mayoría en Estados Unidos.
“Yo no soy una persona acostumbrada a rodearse de especialistas en relaciones públicas o de expertos en encuestas de popularidad. Yo sólo hablo con la verdad”, aseguró Trump esta misma semana para tratar de justificar su falta de tacto o su tendencia a desnudar su vena más racista e intolerante.
Catálogo de insultos
Precisamente, los problemas de Tump comenzaron desde el momento mismo que decidió anunciar su candidatura por la presidencia. Su discurso, desde sus cuarteles generales en Manhattan, se convirtió en un catálogo de insultos contra México, al que presentó como “un país corrupto” que “sólo envía a EU a los que tienen problemas y traen drogas; a los que son criminales y violadores”.
Tras esta andanada de comentarios ofensivos contra México y los inmigrantes, las reacciones no se dejaron esperar. La cadena de televisión hispana Univisión decidió romper con Trump. A los pocos días se sumarían la cadena NBC y una larga lista de hombres de empresa y negocios hacia ambos lados de la frontera que decidieron desvincularse de Trump y unos comentarios que lo convirtieron en unas cuantas horas en el enemigo identificado de la comunidad hispana e inmigrante.
Ante la estampida de apoyos y el alud de críticas, el presidente del Comité Nacional Republicano (NRC), Reince Priebus, reconoció abiertamente que los insultos de Trump a los inmigrantes no estaba siendo de mucha ayuda en el empeño del partido por recuperar el respaldo de la comunidad hispana que representa más del 12% del electorado en todo EU.
A Priebus se sumarían los ex gobernadores de Florida, Texas y Nueva York, Jeb Bush, Rick Perry y George Pataki, así como los sendores Lindsey Graham, Marco Rubio y John McCain.
Irónicamente, las críticas de John McCain contra Trump y los ataques de éste contra uno de los políticos más respetados en el seno del Partido Republicano, desatarían una guerra de guerrillas contra el magnate de los rascacielos. Sus insultos contra McCain, a quien consideró como un héroe indigno de un país como Estados Unidos por haberse dejado apresar por las fuerzas del Vietcong, fueron la gota que colmó la paciencia de sus adversarios.
En un acto sin precedentes, el diario Des Moines Register, un medio de comunicación que juega un papel crucial en las primarias republicanas de Iowa, pidió a Trump retirarse de la contienda por la nominación presidencial.
“Si (Trump) no había conseguido descalificarse a través de sus intentos por demonizar a los inmigrantes como violadores y traficantes de drogas, sí lo hizo al cuestionar historial de guerra (de McCain)”, aseguró Des Moines en su editorial que utilizó para mostrarle la puerta de salida a Trump, quien respondió negando al diario el acceso a un evento realizado ayer.
A pesar de las aceradas críticas de sus adversarios, el magnate elevó el tono de sus críticas y sus ataques e incluso amenazó con fundar su propio partido para presentarse como independiente:
“El liderazgo del Partido Republicano está jugando con nitroglicerina cuando se lanza contra Donald Trump y trata de minimizarlo y excluirlo”, consideró Ralph Nader, el eterno candidato independiente que es la pesadilla de los demócratas a la hora de evitar la fuga de votos.
“El Partido Republicano debería temer a un Donald Trump despechado y capaz de contender como un candidato de un tercer partido. Esto puede hacer volar por los aires la carrera presidencial para los republicanos y convertirlo en una carrera de tres vías que no les conviene”, concluyó Nader.